AY DE MÍ, AY DE VOS, AY DE TODOS
* Por Sergio Sallustio, militante de Autodeterminación y Libertad
En mayo el gobierno anunció un acuerdo con el FMI por un préstamo stand-by (aquel cuyos desembolsos quedan sujetos a una serie de condiciones y metas que el país deudor debe cumplir, generalmente vinculadas al ajuste fiscal) con el objetivo de traer calma al mercado financiero, estabilizar el tipo de cambio y ahuyentar cualquier riesgo de default o restricción de divisas. Pasados cuatro meses, la corrida cambiaria no se detiene, el tipo de cambio sube sin techo a la vista y lleva la inflación a niveles de total incumplimiento de las metas acordadas, el riesgo país sube aumentando las chances de default, la completa desconfianza de los mercados eleva las tasas de interés y lleva a los especuladores a no renovar la totalidad de los vencimientos de deuda, y las reservas bajan al ritmo frenético de la fuga de capitales que desde el acuerdo representó unos 8 mil millones de dólares.
Re-calculando
Con este panorama, todas las proyecciones al momento de la firma del acuerdo se derrumbaron rápidamente: el crecimiento del PBI anunciado en el 1,4%, pasa a la recesión del -1% según estimaciones del propio Dujovne; la inflación que tenía un tope máximo del 32% (incluso excediéndose de la verdadera meta principal que era del 27%) en el acuerdo alcanzaría mínimo el 35% (¡en pleno contexto recesivo! En lenguaje de la calle “no se vende nada y los precios suben igual”); los dólares que no iban a usarse para administrar el tipo de cambio se fugan, con la connivencia del FMI, a paso acelerado; las letras intransferibles del Tesoro que iban a ser canjeadas mejorando el balance del Banco Central ya no serán eliminadas al menos en el mediano plazo; y la emisión monetaria sigue creciendo a pesar de que se anunciara que el Banco Central no iba a financiar al Tesoro (por no decir, al déficit fiscal).
Hace más de dos meses el “nuevo” gabinete económico que implicó varios cambios en segundas líneas, la acumulación de poderes en cabeza de Dujovne, y Caputo en el Banco Central, anunciaba sus planes (ver el Informe de Política Monetaria del BCRA de julio 1): solo se puede evitar una crisis mayúscula con recesión y el ajuste a aplicar es el denominado “wageless” (baja de salarios, en contraposición con el “jobless” vía desempleo), el cual podría lograrse con devaluación (caída del salario en dólares) e inflación por encima de los acuerdos paritarios (caída del salario en pesos). Tanto es así que en la reciente visita de Mario Quintana (vicejefe de gabinete) en Nueva York declaraba ante el imperialismo yanqui: “Hay mejoras en el frente fiscal que no se pueden anunciar porque nos perjudicaría en lo político, como por ejemplo la caída del salario real”.
El gobierno ha intentado justificar la debilidad de su plan económico en una “tormenta perfecta” con vientos internacionales que soplaron sobre nuestro país de manera inevitable, sin embargo varios datos permiten soslayar el peso de la influencia externa sobre los desbalances locales. Una brisa se transformó en un huracán… solo a modo de ejemplo, desde el anuncio de la suba de tasas de interés en EE.UU. a fines de abril, casi todas las monedas de la región comenzaron un proceso de devaluación, pero la moneda local cayó 5 veces más que todas las demás. Por otra parte, la caída del precio de los bonos argentinos sumado al aumento del riesgo país, ambos datos de los últimos meses, pone a la economía local detrás de todos los países africanos (salvo Zambia) 2.
Mientras tanto crece la bronca…
Los desbalances financieros comienzan a sentirse con mucha fuerza en la economía cotidiana del pueblo trabajador. La caída del salario a esta altura del año es brutal, y la crisis se siente entre los sectores más postergados. El probable aumento del índice de pobreza del primer semestre en el nivel más alto desde el comienzo del gobierno de Cambiemos es prácticamente inevitable. Se anuncian más ajustes presupuestarios en educación (con la universidad pública al frente de los recortes), salud, obra pública, jubilaciones y pensiones varias. Tarifas clave de la economía (ya que repercuten por ejemplo en transporte y alimentos) como gas y nafta seguirán en aumento. Todos los sectores políticos mayoritarios de la oposición coincidieron en la necesidad de la intervención del FMI, solo han debatido sobre el sentido de oportunidad, y todos coinciden en que el endeudamiento record contraído por Macri debe pagarse, aunque implique relegar cuestiones elementales como terminar con la pobreza multidimensional que a fines de 2017 (año de crecimiento económico) mantenía a la mitad de la población sin acceso a cloacas, gas de red o agua corriente, y todo habrá empeorado con los datos de este año.
El gobierno solo parece responder con más rescates ante el FMI, y planea negociar un préstamo contingente con el Tesoro de EE.UU. más un combo con bancos internacionales (similar al Blindaje) que le permita llegar a diciembre de 2019 sin default, mientras recorre el peligroso camino de la polarización con la incontrastable corrupción K, que termina por degradar toda la imagen del sistema político e institucional del régimen. Frenar este manotazo de ahogado, impedir que el FMI defina las prioridades presupuestarias y luchar por un proyecto alternativo que a caballo de mecanismos de democracia directa imponga una transformación estructural que termine definitivamente con los ciclos de restricción externa y ubique a las necesidades del pueblo trabajador de educación, ciencia, salud, vivienda, alimentación y servicios sociales por encima de cualquier interés minoritario del poder económico.