Desde la ESMA hasta Abuelas
* Por Adriana Meyer
Excelente artículo de Adriana Meyer, serio y sensible. El nuevo nieto recuperado parido por su madre secuestrada en el centro de tortura y exterminio de la ESMA. Dar vida en medio de la muerte y el terror ayudada por manos y abrazos de compañeras. Y la identidad de esa vida que, casi 40 años después, se recupera y se impone a la mentira y las tinieblas. Un triunfo postrero de Ana Rubel, su madre militante, contra sus represores. Un triunfo logrado por la decisión de su hijo de encontrarse a sí mismo y a sus padres desaparecidos. Un nuevo triunfo de la lucha de décadas de Madres y Abuelas. Y de HIJOS. De un pueblo que, en su mayoría, se sigue manteniendo solidario en que esos triunfos continúen. Y un triunfo, como lo describe con justicia la crónica de Adriana Meyer, del VALOR de los que sobrevivieron a la represión de los marinos. Su testimonio militante, volcado una y otra vez, a pesar de desgarros y angustias, es imprescindible para que aquella firme decisión tomada en la oscuridad del cautiverio por Ana Rubel logre tener la luz necesaria para que su hijo conozca su propia historia y derrote a los que pretendieron ocultársela. Y aunque no siempre podemos hacerlo es legítimo que sintamos y valoremos un orgullo colectivo, como pueblo.
En el campo de exterminio que funcionó en la Escuela de Mecánica de la Armada había un lugar al que llamaban La pequeña Sardá, pero también estaban “las piezas de las embarazadas”, y el sótano debajo del Casino de Oficiales. Allí, en una de las cuatro maternidades clandestinas, nació el nieto 116 que recupera su identidad, cuando su mamá Ana Rubel lo tuvo por cesárea a los siete meses de embarazo. Nada más se supo de ella, que junto a su pareja, Hugo Castro, permanecen desaparecidos. Eran cuatro camas en una habitación, sábanas verdes, una incubadora y algunas detenidas que asistían al médico Jorge Magnacco. “Ana de Castro llegó a la ESMA embarazada de dos meses, fue torturada y a los siete meses le practicaron una cesárea. El bebé fue puesto en una incubadora, ella me pedía que le dijera cómo era el bebé, si estaba bien”, declaró la sobreviviente Sara Osatinsky en todas las audiencias a las que fue convocada para dar su testimonio.
“Dos días después Pichona (por María del Carmen Moyano de Poblete) y Ana fueron trasladadas de la ESMA y nunca más supimos de ellas, a medida que las embarazadas tenían a sus hijos las separaban de ellos, y muchos de esos niños fueron apropiados por los militares”, completó la viuda de Marcos Osatinsky, dirigente de las FAR y uno de los prófugos de Trelew que murió asesinado. Esta mujer, exiliada en Europa, asistió quince partos de sus compañeras de cautiverio en la ESMA.
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