DESPENALIZACIÓN DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO EN RUSIA
*Por Marta Martinez (integrante Autodeterminación y Libertad)
Sabemos que las instituciones reproducen la opresión y son un medio por el cual se reafirma el dominio de un sexo sobre otro como así también de una clase sobre otra. Sin embargo, los movimientos de mujeres han logrado arrancarle a los gobiernos algunas conquistas producto de un avance de la lucha a nivel internacional. A pesar de ello en Rusia recientemente se ha aprobado en segunda lectura (son tres instancias) una ley que despenaliza la violencia de género, así como también hacia hijxs o allegados. Si bien sabemos que el poder legislativo tiene la facultad de redactar leyes de “protección” hacia las mujeres, la legislación no es el punto de inicio del cambio en las relaciones sociales sino que es la lucha por cambios culturales que reconocen una igualdad entre hombres y mujeres la que logra revertir situaciones de opresión, acoplada a una lucha contra la explotación de una clase por otra. Es justamente una reafirmación del concepto tradicional de la familia lo que ha llevado a diferentes legisladores a aprobar este proyecto, que ha sido la enorme mayoría del parlamento ruso. La legisladora que lo presentó pertenece al partido Rusia Unida que responde a Putin, este último declaró que “la descarada injerencia en la familia” por la justicia “es intolerable”. Esta despenalización surge en contra de la reforma del Código Penal realizada recientemente donde se impuso condena al maltrato hacia familiares así como también al maltrato infantil. Es por ello que quienes quieren despenalizar la violencia lo que observan es una herramienta que les brinda la justicia para ir en contra de esa “autoridad familiar” que conlleva relaciones de obediencia o de violencia ante la desobediencia. El presidente ruso también afirmó que esta clase de reformas invade la intimidad del ámbito de lo doméstico. Es preciso entonces reafirmar que la violencia de género no pertenece al ámbito de lo privado o doméstico, la legitimación que tienen los hombres para ejercer violencia se encuentra en el poder que les brinda la cultura patriarcal, que incluye la familia tradicional. La cultura patriarcal da una legitimación social al accionar de los hombres que buscan sojuzgar a las mujeres, tratarlas como su propiedad que se ve reproducida junto con las relaciones de autoridad en la familia. Las relaciones de opresión y dominación que se observan en la familia son pilares de otras relaciones opresivas a escala mayor, así como la obtención de beneficio por el trabajo de otro.
La ley que acaba de ser aprobada en segunda instancia (385 votos a favor y dos en contra) determina que no habrá sanción para quien ejerza violencia y maltratos hacia las mujeres mientras que no ocasionen daño a la salud. Justamente, la espiral de violencia comienza con relaciones que responden a micromachismos, a relaciones de dominación y jerarquía a favor del hombre que se ven disfrazadas de “escenas de celos” y de cuidado extremo cuando en realidad son persecución, hostigamiento o maltrato. Por otro lado, todo maltrato ocasiona un daño a la salud toda vez que una mujer no siente bienestar en relaciones de opresión.
Por otro lado, en caso de reiterar esos maltratos en el término de un año el agresor deberá pagar una multa o realizar trabajo comunitario. Es decir, se elimina la condena y se paga una multa dineraria siempre que se haya repetido la conducta y la mujer haya realizado ambas denuncias que deben contemplar haberle “ocasionado daño a la salud”.
Por último, también hay que remarcar que el Estado ya no actuará de oficio en casos de violencia sino que será la propia mujer violentada la que tenga que presentar las pruebas sobre lo que sufrió. Establecer estos parámetros es revictimizar a las mujeres que sufren violencia de género, dejándolas a merced de más violencia en un país donde una mujer es asesinada cada 40 minutos.
Este cambio en la legislación se apoya en las relaciones de autoridad que tiene la concepción de la familia tradicional con un padre cabeza de familia, una mujer -esposa y madre- que sirve a la familia y lxs hijxs que responden a la autoridad del padre. Esta misma concepción de familia es la que contiene en su núcleo las formas en las que la mujer deberá servir a la “familia social” ya sea a través de su trabajo gratuito o como reproductora.
Esta ley, así como todas las que reivindiquen el sojuzgamiento de la mujer legitimando el maltrato y la violencia, deben ser repudiadas por todo el movimiento de mujeres.
Es importante que todo el movimiento de mujeres se encuentre unido y luchando en cualquier parte del mundo para no permitir más retrocesos como este. El próximo 8 de marzo vamos a demostrar con un gran paro nacional e internacional la fuerza de las mujeres, las trabajadoras, las estudiantes, ¡¡todas!! por una sociedad de iguales sin oprimidxs ni explotadxs. Es un gran desafío para todxs preparar el paro desde abajo así como sucedió el 19/10 por el femicidio de Lucía y como sucedió en las dos movilizaciones de Ni Una Menos donde no esperamos a ningún dirigente que nos convoque, construyamos el paro entre todxs.
BASTA DE VIOLENCIAS HACIA LAS MUJERES!