DISCURSO DE LUIS ZAMORA ANTE EL PRESUPUESTO 2004
Sr. Zamora .: como lo he señalado en las observaciones que presenté al Orden del Día N° 2999 en tratamiento, en líneas generales nuestro voto negativo se basa en las impugnaciones que en distintas oportunidades hemos hecho en este recinto a la Carta de Intención suscrita por el gobierno nacional con el Fondo Monetario Internacional en septiembre del corriente año.
En realidad, la queja de muchos bloques en cuanto a que no se puede modificar ni una sola coma de lo que suele presentar el oficialismo encuentra mucho mayor fundamento en el proyecto en consideración. En efecto, si la mayoría de las medidas que se proponen al Congreso están vinculadas con acuerdos alcanzados con los organismos multilaterales de crédito, con mayor razón esto ocurre en el caso del presupuesto, y si no se puede tocar ni una coma en el caso de las otras medidas, mucho menos podrá modificarse el proyecto que ahora está considerando la Cámara.
Cuando ayer se demoraba el inicio de la sesión se acercó un periodista a preguntarme si yo sabía el motivo de esa demora. Le dije que pensaba que no sería por algo importante respecto del orden de la sesión, a lo que me señaló que tal vez podría haber algún tipo de negociación política. Le expliqué entonces que a mi juicio eso podía ocurrir en cualquier otro tipo de iniciativa, pero no en el caso del presupuesto, y que si hubiera alguna posibilidad de postergar este tratamiento hasta la semana que viene, seguramente desde Washington harían concurrir al presidente Kirchner en persona a dar las explicaciones del caso.
No hay ninguna posibilidad ya no de que se modifique una coma, sino incluso de que se postergue una semana esta discusión. Ya me voy a referir a esa expresión del presidente Kirchner que resulta tan contradictoria con esta situación que viven millones de habitantes de este país y que se expresa en los debates de este Congreso. Estoy aludiendo a esa aspiración que supuestamente tiene de que exista una burguesía nacional, algo que se relaciona justamente con lo que estamos planteando.
Entonces, considero que no podemos modificar ni una coma de este proyecto de presupuesto porque ello implicaría modificar lo que textualmente fue suscrito en inglés en la carta de intención firmada en el mes de septiembre. Por supuesto, estamos hablando de un país que ha aceptado el grado de colonización al que nos han llevado los últimos gobiernos argentinos.
Entiendo que todo esto es pasible de ser repudiado, pues se trata de la implementación de políticas económicas que constituyen una continuidad de las llevadas adelante en las últimas décadas, pero agravadas por la peor situación que atraviesa nuestra población y por su carácter autoritario y antidemocrático. A veces se intenta imponer estas políticas, y en ocasiones, en cambio, se pretende convencer a la población de que son positivas y que deben ser aceptadas porque es el único camino posible para lograr alguna mejora en el futuro.
Sin embargo, nada se dice al discutir el presupuesto, del superávit previsto para este ejercicio –al cual me voy a referir enseguida- ni de los compromisos de pago de la deuda externa contraídos con los organismos multilaterales de crédito, especialmente con el Fondo Monetario Internacional.
Tampoco se mencionan las previsiones tributarias, que acentúan la regresividad del sistema impositivo, ni las compensaciones a los bancos, a partir de los subsidios que se otorgan al sistema financiero, según la referencia que hice ayer cuando se analizó la prórroga de la ley de emergencia económica. El sistema financiero está quebrado, lo que se está ocultando con maniobras contables y con redescuentos del Banco Central.
También existen previsiones para que continúe la fuga de capitales, con mecanismos distintos a los de la década del 90, y más parecidos a los de la década del 80. Asimismo, la inflación estimada confirma que va a continuar la pérdida del poder adquisitivo del salario de los empleados públicos, de los docentes, de los haberes previsionales, de las pensiones e, incluso, de las sumas destinadas a los planes de Jefas y Jefes de Hogar.
También quiero destacar que prácticamente no existen partidas importantes para realizar obras públicas, lo que podría constituir una política para combatir el desempleo.
A su vez, existe una importante suma asignada a las fuerzas armadas y de seguridad, lo que llamativamente no he escuchado mencionar ni en el recinto ni en los medios de comunicación ni en las expresiones de la dirigencia política. Constituyen montos importantes, sobre todo si se los compara con las partidas sociales.
Estas medidas, y otras que voy a señalar, fundamentan una idea que resulta digna de reiterar una y otra vez: existe una continuidad de las políticas orientadas y exigidas por los acreedores internacionales.
En este sentido, ha habido un cambio por parte de los organismos multilaterales de crédito, como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo.
El cambio ha sido que estos organismos ya no actúan directamente como representantes de los intereses de los acreedores. Quizás ello sea así porque mayoritariamente los acreedores ya no están constituidos por bancos, sino por titulares de bonos, entre los que encontramos a jubilados alemanes, ahorristas italianos y habitantes de nuestro país.
Este presupuesto continúa acentuando las políticas que han hecho que nuestro país haya perdido toda posibilidad de contener las riquezas que produce con su esfuerzo. Lejos de ello, acentúa todos los mecanismos por los cuales esas riquezas se transfieren al exterior.
Un miembro del bloque Justicialista dijo ayer algo interesante en el debate sobre la prórroga de la ley de emergencia económica. Señaló que estamos condicionados a mostrar que no tiramos manteca al techo y que no estamos de fiesta con la plata de los otros. Frente a los acreedores internacionales, tenemos que mostrar que somos
austeros, sobrios, porque si empezamos a tirar manteca al techo van a tener razón en recriminarnos. ¿Cómo con la plata de ellos vamos a estar bailando en un jolgorio?, se preguntaba este legislador.
Fíjense que éste es el concepto de la dirigencia política, del gobierno, y también de este Congreso, que en su gran mayoría es la que impone las decisiones. La plata es de ellos, y nosotros tenemos que estar en la tristeza, en el agobio, en la austeridad.
Es al revés, la plata es nuestra y ellos están de fiesta y de jolgorio con nuestro dinero. Se ha dicho en innumerables oportunidades y se ha comprobado que la deuda externa es ilegítima. Pero más allá de que sea legítima o ilegítima ya se pagó cinco veces, y todavía debemos tres veces más de lo inicialmente comprometido, cuando la dictadura nos dejó la deuda.
Ellos están de fiesta y de jolgorio con nuestra plata, y nosotros estamos arruinados porque nos robaron ese dinero. Éste es el concepto que tendría que tener en cuenta el gobierno, y constituye el problema profundo. Deberíamos sentir indignación y odio, porque es sano y humano sentir odio. Se debe sentir odio cuando uno es estafado, defraudado, golpeado y humillado.
En vez de sentir un odio legítimo, sano, ético, como diría “Tato” Pavlovsky, el gobierno argentino, la dirigencia política no siente vergüenza. Dice que no se puede estar de fiesta. Estar de fiesta significaría aumentar los presupuestos sociales, por ejemplo, impulsar obra pública para dar empleo, no compensar a los bancos, suspender los pagos de la deuda, invertir en educación. Iba a decir gastar, porque el gobierno habla de gasto público cuando se refiere a educación y a obra pública para dar empleo, y no habla de inversión.
Soros está de fiesta con nuestra plata. Bush felicitó a Kirchner, y le dijo: “Ahí viene el conquistador del Fondo”, lo cargó al presidente mientras le daba una palmada. Él está de fiesta, con respecto a la negociación de la Argentina, pero no con el resultado de sus políticas imperiales, porque afortunadamente hay dignidad en los pueblos del mundo: nuestro país tuvo un 19 y 20 de diciembre, hay Bolivia, hay Irak y hay muchos pueblos en el mundo que resisten. Lo hacen como pueden y tratando de explorar caminos persiguiendo este objetivo.
Me parece importante mencionar este tema porque es el concepto del gobierno, de la dirigencia política, de las minorías que sumadas tienen la mayoría en esta Cámara. El presidente Kirchner tuvo una oportunidad diferente en la negociación con el Fondo. Por esto en un aspecto lo de este presidente es más grave que lo de los gobiernos anteriores. Nos hemos cansado de denunciar a Menem y a de la Rúa y de señalar la gravedad de lo que hicieron con la Argentina. Lo mismo podemos decir de Alfonsín y ni hablemos de los militares.
Pero lo de Kirchner, en un aspecto, es más grave porque la situación internacional, la situación latinoamericana, del Fondo Monetario y en general la del imperialismo, la de la economía mundial capitalista, crearon una oportunidad distinta en el momento en que Kirchner comenzó la negociación.
Kirchner estuvo en condiciones más propicias ?aunque siempre difíciles, enfrentando tremendos pulpos? para sentarse a negociar. Argentina no necesitaba negociar con el Fondo como se excusaban otros gobiernos anteriores, los que sí podían argumentar excusas que debían supuestamente hacerlo.
Argentina no tenía ninguna posibilidad y estaba totalmente aislada; sigue aislada, no cambió nada negociando con el Fondo. No se salió de ese aislamiento, entre comillas porque es lo que se dice. No hay asistencia, no se recibió un dólar. Siempre los gobiernos decían que tenían que negociar porque de esa manera se volvía a tener acceso al sistema financiero internacional. Brasil negoció, por ejemplo, y recibió plata. Se podrán cuestionar, y yo lo hago, los acuerdos que firmó Lula con el Fondo Monetario Internacional, teniendo en cuenta los antecedentes y las ilusiones que este dirigente había despertado en el pueblo brasileño. Lula le mintió al pueblo brasileño, como lo hicieron de la Rúa y Menem, pero recibió dinero.
En cambio Kirchner pudo haber dicho “no negocio”.
Pudo haber dicho: “¿Qué voy a recibir del Fondo Monetario?” Lo que le sucedía al Fondo Monetario era que sí necesitaba negociar. Esto lo ha señalado claramente un economista muy importante, Claudio Katz, cuando comenta esta situación y dice que no sólo un país devastado se encontraba en una posición más fuerte, paradojalmente, para decir que no podía seguir sometido a exigencias de ajustes presupuestarios, sino que en las condiciones de aislamiento internacional que padecíamos no teníamos necesidad del Fondo Monetario, ni de suscribir ningún acuerdo con él. Pero eso le significaba al Fondo muy fuertes pérdidas patrimoniales.
Esa fue una de las razones del apoyo inmediato del gobierno de Bush y de la presión sobre los gobiernos europeos para que aceptaran el acuerdo firmado entre la Argentina y el Fondo Monetario. Evitar perjuicios para el FMI.
Al firmar el acuerdo, la Argentina quedó más expuesta que antes a las presiones de los Estados Unidos. De allí también las “agachadas” frente al ALCA, especialmente por parte de Lula, quien mantuvo toda la vida una posición de “no al ALCA”, en cambio Kirchner nunca, por supuesto. Ni cuando hacía plata en Santa Cruz mientras otros peleábamos contra la dictadura, ni después; nunca se pronunció en contra del ALCA. Pero ha avanzado en aceptar ingresar al ALCA en las condiciones que imponen los Estados Unidos, retrocediendo en los reclamos y manteniendo, por supuesto, el carácter antidemocrático clandestino de las negociaciones. Es una oportunidad que estos gobiernos vuelven a perder, no porque aspiren a eso, pero para el pueblo argentino, para los pueblos latinoamericanos que sí lo necesitamos, es una lástima que hayamos perdido como pueblo esta oportunidad, sobre todo habiendo tenido un 19 y 20 de diciembre. Pero esos son los fenómenos que existen, y hay que reconocerlo. La realidad es así: hay un 70 u 80 por ciento del país que tiene alguna expectativa en el presidente.
Entonces, esto es lo que hizo el presidente: desperdiciar una nueva oportunidad. El gobierno y el país quedaron más vulnerables a las exigencias de los Estados Unidos, fundamentalmente, y de los organismos financieros, que antes de la firma del convenio con el Fondo, y no al revés; no se fortaleció la autonomía del país o la posibilidad de tomar decisiones autónomas.
Recordemos la reforma de la ley de quiebras, la reforma a la Carta Orgánica del Banco Central y la inmunidad para los integrantes de su directorio. Es importante señalar esto. Algunos ya han dicho, y yo también lo he expresado en alguna oportunidad, que es para tapar actos de corrupción. Pero eso no es lo más importante.
Luis Becerra, otro brillante y digno economista que escribió un excelente artículo titulado El F.M.I. y el progresismo ajustador ?¡qué interesante!?, haciendo alusión a este gobierno y a la firma del acuerdo con el FMI, señala que la reforma del sistema financiero no se hacía precisamente porque los miembros del directorio del Banco Central no tenían inmunidad. Ningún miembro de directorio de bancos centrales en el mundo manda a la quiebra a un banco si no está seguro de que inmediatamente no le van a llegar demandas de miles y miles de perjudicados por el cierre de ese banco.
Como ya sabemos, los miembros del directorio del Banco Central ya cometieron hechos de corrupción sin necesidad de esta inmunidad. Entonces, esto no es para proteger a los integrantes de los directorios de los bancos centrales por sus actos de corrupción, sino fundamentalmente para poder llevar adelante la reforma del sistema financiero que, como todos sabemos, implica la pérdida de fuentes de trabajo de miles y miles de empleados bancarios para concentrar en pocas manos el negocio financiero porque se ha visto reducido enormemente. Tengamos en cuenta que la rentabilidad de ese negocio ha caído más o menos en sus dos terceras partes. Por lo tanto, es evidente que se va a eso.
Podemos mencionar también las compensaciones que se exigieron a los bancos; los compromisos de reforma de la banca pública –banco Nación, banco Provincia y Banco de la Ciudad de Buenos Aires- que también está firmado con el Fondo Monetario Internacional y la eliminación gradual de las retenciones a las exportaciones.
Todas estas medidas tornaron más vulnerable la posibilidad de asumir posiciones que beneficien al pueblo argentino y condicionaron más a este gobierno para aceptar todas las exigencias que benefician a una pequeña minoría que ya venía siendo beneficiada.
Podemos mencionar también la eliminación del requisito de liquidación de los ingresos por exportaciones y la regresividad del sistema tributario. Por ejemplo, se plantea eliminar el impuesto a las transacciones financieras. Al mismo tiempo, se asumió con el Fondo el compromiso de aumentar la base del IVA, un impuestos de los más regresivos que existen en el mundo.
Estos son los fundamentos de este presupuesto. Casi un 60 por ciento de la base impositiva surge de impuestos indirectos. Sólo el 2 por ciento de lo que se recauda corresponde al impuesto a los bienes personales. Esto es una vergüenza. Millones de trabajadores están pagando el IVA en igualdad de condiciones con un magnate que viene a pasear a la Argentina.
Sin embargo la Argentina estaba en condiciones de poder plantarse con mayor fuerza ante los organismos internaciones, en función de la gravedad de la crisis y del contexto internacional.¿O acaso Stiglitz salió de la nada? Los “stiglitz” surgieron por la crisis en la que se encontraba el Fondo Monetario Internacional. Nada de eso se aprovechó sino todo lo contrario.
En este aspecto fueron más servil este gobierno y este proyecto de presupuesto que se envía para su discusión al Congreso de la Nación que otros presupuestos anteriores. Por supuesto que si pensamos en el remate de todas las empresas públicas privatizadas y los gigantescos negociados que se hicieron en la época de Menem y Cavallo veremos que cada uno tiene su responsabilidad en la historia.
Con respecto al superávit del 3 por ciento en el producto bruto interno del que tanto se ha hablado, el único cambio que se le ocurrió hacer a un miembro del bloque Justicialista fue traducirlo al idioma español y hablar de producto interno bruto. Hasta allí puede llegar la independencia de pensamiento intelectual, político y hasta cultural de la dirigencia política argentina.
Lo que digo no son simplemente frases sino una cuestión de fondo porque en estas cosas se expresa la gravedad del problema y se explica por qué el 19 y 20 de diciembre del 2001 se salió a cuestionar tan fuertemente el funcionamiento institucional de la Argentina.
En cuanto al superávit, Luis Becerra en su trabajo El F.M.I. y el progresismo ajustador –podríamos decir “El FMI y el Kirchner o el Bielsa ajustador”-, señala que en términos reales este superávit del 3 por ciento es más del triple del promedio registrado en la década del 90.
Anteriormente con el Fondo se discutía cómo reducir el déficit; en cambio este es el primer gobierno que compromete superávit. No insistiríamos tanto en esto si no fuera por la confrontación entre las expectativas que tiene la población y lo que está haciendo el gobierno con éstas.
El presidente ha comprometido un superávit del triple del promedio histórico de la década del 90, a la que muchos nos hemos referido como la segunda década infame o la década más infame que la década infame. Es cierto que en los 90 el superávit primario se conseguía con privatizaciones y los pagos de la deuda se hacían con
endeudamiento. ¿Cuál es la medida progresista de Kirchner? Pagarla con un ajuste, en efectivo contante y sonante: yo no quiero pedir prestado, dice Kirchner, voy a pagar metiendo la mano en el bolsillo a los jubilados. Este es el acuerdo, este es el presupuesto.
Aquí aparece una de las agudas inquietudes que plantea este superávit comprometido. Como todos sabemos, para el año 2004 se comprometió un porcentaje determinado ?no una suma fija?, lo cual es muy grave; pero los años 2005 y 2006 quedaron en el aire.
Es evidente que a partir de 2005/2006 el 3 por ciento del PBI no alcanzará para pagar ni la deuda a los organismos multilaterales de crédito ni la nueva deuda emitida para auxiliar a los bancos, como ya dijimos, como consecuencia del negociado gigantesco de la pesificación de las deudas en dólares de los grandes grupos económicos con el sistema financiero local, lo cual fue otra estafa para el país. Además están los préstamos pesificados que garantizó Cavallo. Es decir que Kirchner, con el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y con este presupuesto, está convalidando el negociado del “megacanje”, que constituye el objeto de otra de las denuncias judiciales.
En ese 3 por ciento tampoco están incluidos los compromisos que resulten de la reestructuración de la deuda con el sector privado; pero en los años 2005 y 2006 esos compromisos sí tendrán que ser incorporados. Entonces, el 3 por ciento no va a alcanzar; ¿acaso será el 4 por ciento, el 4,5 por ciento? Esto es insostenible. Si no podemos sostener el 3 por ciento, menos podremos hacerlo respecto de un porcentaje superior.
Becerra señala que si se considera la recaudación impositiva que recibirá el Estado –según el presupuesto de 2004?, debemos hablar sólo del 19 por ciento del producto bruto interno. Un superávit del 4 al 4,5 por ciento –para afrontar en los próximos veinte años todos estos compromisos? llevaría a que más del 20 por ciento del ingreso fiscal sea girado para el pago a los acreedores de deuda pública. Esto va a ser imposible. Bueno, digamos que todo es posible, pero para que así fuera tendría que haber en la Argentina un régimen de esclavitud.
Cabe mencionar que en el año 2001 las finanzas públicas mostraban, en forma presupuestada, un guarismo más o menos de este tipo, que fue reducido drásticamente con el “megacanje”. Sin embargo, a pesar de esa reducción que coyunturalmente implicó el “megacanje” –porque estamos cargándolo ahora?, la economía explotó. En situación similar a la que se presupuesta, repitásmolo, la economía explotó.
Eso hace que este presupuesto sea impracticable. Esto es así, salvo que a la población le sea impuesto por la fuerza, porque seguramente no quiere ser esclava. Quizá por eso se destinan alrededor de 5 mil millones de pesos para las fuerzas armadas y de seguridad. Y de allí que tantos medios de comunicación y tantos dirigentes políticos hablan constantemente acerca de la inseguridad, como Ibarra, que se enorgullece de estar repartiendo patrulleros por todos lados. Después descubre que quien dirige el área es un corrupto y un delincuente, y hay que echarlo. De todas formas esta es otra discusión.
Respecto del superávit del 3 por ciento queda una duda a la que no hemos podido encontrar respuesta en el trabajo realizado con nuestros economistas del bloque Autodeterminación y Libertad. Los pagos de deuda comprometidos con los organismos multilaterales de crédito para el año 2004 no exigen la erogación de una suma
semejante. Entonces, hay una diferencia de alrededor de 3 mil millones de pesos que no tiene asignación específica en el presupuesto; digamos que sobran –entre comillas? de lo que los organismos multilaterales exigen que se pague el año que viene y no tienen un destino específico.
No sabemos qué se piensa hacer con esa suma. Esto nos lleva a reflexionar sobre lo siguiente. Puede ser que se exija un ajuste superior a lo que se podía haber peleado, porque los pagos de deuda no alcanzan esa suma, es decir, la equivalente al 3 por ciento del producto bruto interno. En ese caso, esto es para repudiar, porque se está sacando de partidas sociales dinero que se pudo haber destinado a ese objetivo, o bien a obra pública o al combate del desempleo, etcétera. También puede ser que se esté mintiendo en el artículo 13, referido a los superpoderes que se otorgan al jefe de Gabinete, y haya acuerdos secretos con los organismos financieros internacionales en virtud de los cuales se va a pagar más de lo que se dice públicamente.
También puede suceder que, no habiendo un acuerdo previo pero obtenida esa diferencia, los buitres estén al acecho. Digo esto porque fondos buitres no son solamente los que son conocidos como tales, sino que también lo son el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo, el Club de París, etcétera, con la diferencia de que estos son fondos buitres oficiales. De todos modos, cuando hablamos de fondos buitres, da lo mismo que sean oficiales o no.
Para terminar, señor presidente, me parece que desde ninguna posición digna de defensa de los intereses del país se puede aceptar este presupuesto. No se puede mencionar ningún elemento favorable a las necesidades acuciantes que tienen el país y la mayor parte de la población que lo habita.
Señalaba antes que el presidente de la Nación…
Sr. Presidente (Camaño).- La Presidencia le solicita que vaya redondeando su exposición, señor diputado.
Sr. Zamora.
Decía que el presidente de la Nación ha señalado –me imagino que sobre la base de presupuestos de este tipo? lo siguiente: “Es fundamental que el capital nacional participe de un proceso de reconstrucción de la sociedad. Es imposible un proyecto de país si no consolidamos una burguesía nacional.” Esto fue analizado en un artículo muy interesante por Raúl Zibechi en el semanario Brecha.
El presidente dice que no hay ninguna burguesía nacional. Efectivamente, todos sabemos que para defenderse de las necesidades que reclama la enorme mayoría de los pueblos de América latina, las clases dominantes o los grupos económicos que podrían operar con capital denominado nacional se han ido aliando cada vez más con el capital internacional. De modo que no hay ninguna posibilidad de desarrollo de burguesía nacional. No la hubo en todo el siglo; quizás la hubo coyunturalmente, en un período muy corto de tiempo, en la Argentina o en algún país, pero desapareció.
Todos sabemos que hoy en día no existe tal posibilidad. En el caso de Repsol, que es uno de los intereses económicos que más defiende el presidente Kirchner ?que está más entrelazado con el negocio petrolero?, es evidente que no hay ninguna posibilidad de burguesía nacional.
Si quisiéramos discutir con honestidad –pero sabemos que estamos discutiendo con alguien que miente todos los días, como es el gobierno?, discutiríamos dónde hay alguna medida no para defender la burguesía nacional sino los intereses del pueblo trabajador. Pregunto dónde hay alguna de esas medidas. Por ejemplo, ¿dónde está la posibilidad de aumentar el consumo para que algún empresario –y me cuesta ponerme en la cabeza de un empresario? diga: “Voy a pedir crédito porque tengo un proyecto de producción de un material que puedo vender, es decir, que puede llegar a ser consumido por alguien en la Argentina”? Supongamos que algún empresario se decide a pedir un crédito para su proyecto de producción. No lo puede hacer, a pesar de que los bancos están llenos de plata y de depósitos –digo lleno de depósitos para los pocos créditos que dan?. No hay ni una sola medida en esa dirección en el presupuesto. Por el contrario,
con todas las medidas que mencioné se acentúan las restricciones al consumo. ¿Es ampliando la base del IVA o hablando de un diez por ciento de inflación para el año que viene que se estimula el consumo? Porque va a haber aumento de tarifas y se van a congelar prácticamente los salarios. ¿Quién habla de burguesía nacional? Todo es mentira. Felicito a Zibechi que le contesta con seriedad y refuta todos los argumentos pero la verdad ?es bueno discutirlo en estos términos- es que se trata de una búsqueda de fuegos artificiales para seguir ganando tiempo.
Para finalizar quiero expresar que había, hay y sigue habiendo alternativas. Señalé la oportunidad que tiene Argentina para poder plantarse, buscando en una América latina que, como lo muestran los pueblos de Bolivia, Venezuela o Brasil, está en ebullición, para intentar articular una actitud independiente y autónoma para poder retirarse de las negociaciones con el Fondo Monetario, interrumpir estos pagos de deuda e investigarla ?como hemos propuesto varios diputados de diferentes bloques-, consultando a la población en forma democrática; eso es democratizar las instituciones. Eso es buscar democracia para que la población decida con todos los elementos en la mano si no hay caminos alternativos independientes y autónomos que valgan la pena ser explorados.
Por supuesto que todo lo anterior traería medidas inmediatas de propiedad pública de diversos sectores de la economía, como el sistema financiero. Es evidente que habría que ir a un sistema financiero de propiedad pública y colectiva, y anular las privatizaciones de las empresas concesionadas o rematadas a precio vil, lo que implica tomar medidas y empezar a recuperar los resortes económicos pero no con el aparato del Estado.
Hemos escuchado discursos que decían que hay que volver al Estado, pero yo no propongo sacarle la propiedad a Repsol para dársela a Kirchner. ¡Si estamos en la misma! ¿Para que Kirchner nombre al gerente de Repsol como funcionario que tome las decisiones en una nueva YPF recuperada por este Estado y la termine reventando para que después nos digan que las manos estatales no la pueden administrar?
Hay que explorar caminos de propiedad pública, administración y control de los usuarios, consumidores y trabajadores. Esto es democracia. ¿Por qué no explorar caminos? ¿O el de Bush es mejor? Preguntémosles a los iraquíes o a los bolivianos cómo es el camino que Bush propone para el mundo.
Sr. Presidente (Camaño).- Le pido que vaya redondeando su exposición, señor diputado.
Sr. Zamora.
Da vergüenza el rol que cumplieron Kirchner y Lula mandando emisarios a Bolivia. Se les ocurrió a último momento y no cuando Sánchez de Lozada masacraba bolivianos sino cuando los bolivianos estaban por enjuiciarlo y sancionarlo a Lozada. Fueron a asegurar la retirada ordenada de Lozada y a que subiera un Lozada “junior”, Mesa y a despertar expectativas. Son los mismos objetivos que aquí se fueron canalizando pero que están latentes. Seguirán cooptando a muchos trabajadores con planes trabajar y a muchas organizaciones sociales, intentando atraerlas a los aparatos del Estado y canalizarlas detrás de diversas dádivas, utilizando los métodos de punteros políticos. Pero sigue habiendo muchos movimientos sociales y políticos que se resisten a esto en la Argentina y en América latina, que se resisten a esa forma de hacer política, que es la de la clase dominante.
Como decía Foulcaut: cuando uno entra en esas reglas termina repitiendo las mismas búsquedas de poder y las formas de pelear poder que imponen las clases dominantes.
Por las razones expuestas, voy a votar en contra el proyecto de presupuesto para el año 2004.