DISCURSO DE LUIS ZAMORA EN LAS ASAMBLEAS LEGISLATIVAS DE DICEMBRE DE 2001
El discurso de Luis Zamora que pronunció en la Asamblea Legislativa que eligió presidente a Adolfo Rodríguez Saá
¨El Peronismo usurpa un poder por el que no peleeó
1ra. Intervención (aprox. 1.30 hs.)
Sr. Presidente (Maqueda). —Tiene la palabra el señor diputado Zamora.
Sr. Zamora.— Señor presidente: este debate tiene un profundo contenido de ilegitimidad, de inconstitucionalidad y una profunda orientación contra el país. Por lo tanto, sus consecuencias serán acentuar las angustias y las difíciles condiciones de vida que tiene hoy el pueblo argentino; que se le imponen al pueblo argentino.
Se ha mencionado —con razón— que no es este debate el resultado de una gestión que abortó, que terminó siendo expulsada por la acción de la población sino que es resultado de un proceso mucho más largo. Se hablaron de 25 años desde ese proceso de movilización muy importante que fue el “Rodrigazo”, de características muy distintas a las que vivimos en estos días, pero que derivó en el golpe militar cuando los grupos económicos y los Estados Unidos decidieron que la oposición popular, y obrera fundamentalmente, era muy fuerte y se necesitaba un gobierno más fuerte todavía.
Para instrumentar ese plan económico, abrir la economía, desregular, privatizar, reducir y arrancar las conquistas laborales de todo un siglo, se cometió un genocidio. Pero eso implicaba algo más; implicaba lo que algunos llaman “abrir la argentina al mundo” y otros lo llamamos “meternos el mundo de la barbarie capitalista dentro de nuestro país para saquearnos todo”.
Sin ese marco es imposible analizar lo que está ocurriendo hoy con las instituciones, con el sistema económico y con la población, porque es ese mundo de barbarie capitalista el que tenemos como desafío confrontar como pueblo y como país.
La globalización capitalista nos dejó afuera. Dejó afuera a sectores muy importantes de pueblos enteros. Son los excluidos, como se los ha denominado. Pero ha hecho mucho más: excluyó a países enteros y Argentina es uno de los países que han quedado afuera del mundo diseñado por los Estados Unidos en defensa de esas 500 grandes empresas que hoy controlan el mercado capitalista.
Por supuesto que esto fue planificado con precisión por los grupos económicos que dieron el golpe de Estado y por los Estados Unidos que lo respaldaron. Luego, cuando la resistencia que fue creciendo minó la acción dictatorial y se logró elegir a los gobiernos mediante el voto, este proceso fue continuado por los gobiernos surgidos mediante el voto, pero financiado por los mismos grupos económicos y con la ideología dominante que difundía por el mundo los Estados Unidos. El mayor crimen de los gobiernos que sucedieron a la dictadura militar fue continuar esa política engañando a la población diciendo que se abría un cambio.
Recuerdo cuando Canitrot dijo que el Plan Austral lo conoció antes el Fondo Monetario que el pueblo argentino. Se consultaba todo allá. Ese Plan Austral que duró tres o cuatro meses, pero que despertó muchas expectativas, fue hecho en Washington. Después de esos tires y manejes de la gestión Grinspun en 1985 se dijo: “Continuamos con el plan de la dictadura militar y de Martínez de Hoz.”.
Luego vino “Semana Santa”, quizás el hito más importante que abrió la brecha que hoy tienen las instituciones con la población. Fue una herida de muerte en la confianza de la población en las instituciones, porque no hay nada que defraude y estafe más a un pueblo que se moviliza creyendo en sus dirigentes que el hecho de que estos usen esa movilización para entregarle la victoria a aquellos contra los cuales se habían movilizado.
¡Aquí se mencionó “Semana Santa” y el balcón! Eso fue infame.¡Infame! Como lo denominó Hebe de Bonafini.
Los que estuvimos el domingo a la mañana en la Casa Rosada cuando se nos propuso firmar ese acta para acompañar al gobierno, para que fuera a ver a Rico, nos dimos cuenta de que se rendía a Rico y se entregaba al pueblo que había llamado a movilizarse, porque lo había llamado a movilizarse para usarlo. Entre el pueblo y la insurrección de los “carapintadas” se optó por sostener las estructuras militares y no por cumplir con el pueblo que lo había llevado al gobierno.
Pero no fue solo responsabilidad de Alfonsín, quien tuvo la responsabilidad fundamental con el engaño de las “Felices Pascuas”, sino que como lo acaban de decir, el justicialismo lo acompañó, al igual que la CGT, la Sociedad Rural, los grupos económicos y la embajada norteamericana. Felipe González le dijo a Alfonsín: “Dejate de locuras; terminá con este juicio a los militares y toda esta cosa.”. Ese fue un punto fundamental en la brecha.
A de la Rúa podemos decirle muchísimas cosas, pero esta historia viene de mucho antes. La palabra decisiva y determinante era la del embajador de los Estados Unidos, a donde los integrantes de los partidos mayoritarios van mucho más seguido que a este recinto.
No era un tema menor, no era cualquier decisión sino que los que asesinaron a miles y miles de luchadores quedaban impunes o no; y no sólo impunes sino integrando las fuerzas armadas. Ahí empezó a caer el gobierno de Alfonsín.
Nos decían:”Ustedes son unos locos. ¿La deuda externa? Se puede pagar y crecer’, como me con- testaba Alfonsín por los diarios. Decían: ‘Se puede pagar y crecer’. Y miren el estado del país. Y fue por pagar la deuda, no por no pagarla”
El menemismo, el salariazo, la revolución productiva. ¿Recuerdan? Menem y Duhalde escribieron un libro; ni siquiera fueron discursos en donde la euforia prima sobre la cordura en una tribuna electoral. Menem y Duhalde escribieron que iban a imponer una moratoria de cinco años. Yo se los leí en 1989 durante mi anterior mandato. ¿Lo recordaran algunos? Hay algunas caras de aquella época que todavía están aquí.
¿Dónde están los cinco años de moratoria? Menem decía: “Pagar la deuda ha traído el atraso y la desocupación.”. Esa desocupación que era del 4 por ciento en 1984 y hoy está entre el 18 y 20 por ciento según las estadísticas oficiales. El 30 por ciento de la población activa tiene problemas de trabajo. ¿A qué se debió? ¿A la idiotez de los argentinos? ¿A que no quieren laburar? ¿A qué se debió todo eso? ¿Quién se llevó los puestos de trabajo? Fueron los mismos que se llevaron a la Argentina. Por eso la lucha de Aerolíneas Argentinas despertó tanta solidaridad, porque la mayoría del pueblo identificó en Aerolíneas Argentinas lo que le había pasado a él. Y mucho más, identificó en esa empresa lo que le había pasado al país. Todos fueron procesos que acumularon bronca, desilusión y que nos hicieron sentir estafados.
Cuando el presidente Menem aumentó el número de integrantes de la Corte violentó todo lo que significaba la legalidad. ¿Cuál fue la respuesta de los que hablan de la Constitución, de la seguridad jurídica y de la legalidad, explícitamente, para tener una Corte adicta?
Ni se fueron los que habían nombrado los radicales. La única actitud digna fue la de Bacqué, con quien no comparto muchísimas cosas. ¡Qué actitud digna! Dijo no. Como esto era un atropello a las normas en las que creía, fue coherente y se retiró entendiendo que ese era el mejor gesto para denunciar lo que ocurría.
¿Pero, cuál fue la respuesta de este Parlamento ante los atropellos a la legalidad por parte del menemismo?
Cuando Dromi vino acá y dijo: “Tenemos que arrodillarnos, somos un país arrodillado”, dijo lo que veníamos diciendo nosotros desde hacía muchos años. Lo dijo delante de ustedes y es uno de ustedes. ¿Qué hicieron? Sacaron las cintas grabadas, para que salieran en los diarios.
¿Esa era la oposición que hacía el radicalismo a lo que hacía el menemismo? ¡Vamos…! ¿Ustedes creen que el pueblo no percibía todas estas cosas?
Lo que dijo Dromi ese día fue una confesión de lo que venían haciendo los gobiernos militares, radicales y de lo que en ese momento estaba haciendo el menemismo. Y todos ustedes “se lo tragaron todo”.
Dromi también dijo: “Tenemos que ser serviles, acatar todo; no tenemos ningún poder de decisión soberana nacional”. Estaba diciendo “no somos un país”. Pero a ese gobierno lo había elegido el pueblo, no Washington. ¿Y se extrañan de que el pueblo, entonces, haya continuado un proceso de distanciamiento?
Después vinieron con el Brady y la deuda externa. ¿Se acuerdan de la deuda externa, de los locos que pedían el no pago de la deuda externa?¿Recuerdan al viejo MAS y tantas cosas que reivindico de esa época? Nos decían “Ustedes son unos locos. ¿La deuda externa? Se puede pagar y crecer”, como me contestaba Alfonsín por los diarios. Decían “se puede pagar y crecer; la deuda externa no es el problema. Si recurrimos al Acuerdo de Cartagena, aquí y allá, y nos juntamos algunos gobiernos, el problema se arregla”.
¿Suspender los pagos de la deuda externa? ¿“Me reclaman a mí, dijo el ex presidente Alfonsín, lo que no le piden a nadie?” Exactamente; había cambiado el mundo.
Alsogaray…! Ustedes, los luchadores de la justicia social, -los peronistas-, se acuerdan que pusieron a Alsogaray -al padre y encima a la hija- en el gobierno
Ahora aparecen dirigentes radicales —no sé de donde— diciendo que vienen peleando y cuestionando el pago de la deuda externa. ¿Dónde estaban en esa época? ¿Dónde estaba el senador Terragno, entonces ministro de Alfonsín y quien dio la ideología de las privatizaciones para pagar deuda y cumplir con las exigencias del ajuste?
La memoria colectiva tiene sus idas y vueltas; la gente hoy vive sus propios problemas y no puede estar haciendo análisis políticos todos los días. Pero perciben; perciben que cada vez se los alejaba más y que cada vez se los defraudaba más.
¡Alsogaray…! ¿Ustedes, los luchadores de la justicia social, se acuerdan que pusieron a Alsogaray —al padre y encima a la hija— en el gobierno? (Aplausos en las bancas.)
Y recibieron al Almirante Rojas como un personaje ilustre, cuando fue el responsable de la revolución fusiladora del ’55.
Varios señores senadores y diputados.— ¿Y eso qué tiene que ver…?
Sr. diputado Zamora.— ¿Ustedes creen que esto no tiene nada que ver?
Si Duhalde ha sacado el 21 por ciento de los votos del padrón, ¿qué representación popular tiene para levantar la mano en nombre de la provincia de Buenos Aires?¿Qué representación tiene Alfonsín para levantar la mano cuando obtuvo el 8 por ciento del padrón? Entre los dos suman menos del 30 por ciento. El 70 por ciento no los votó. ¿Cuál es la representación popular que tienen? No tienen representación popular. El 70 por ciento se la negó. Con la maniobra del 94 no computan los votos en blanco, ¿pero por qué? ¿No son seres humanos, no son ciudadanos los que votan de otra forma?
—Murmullos en las bancas
Sr. Presidente (Maqueda). — Silencio, por favor. Les pido que escuchemos y respetemos al orador.
Sr. diputado Zamora. — El Pacto de Olivos fue el otro salto junto a Semana Santa. Después de meses de decir que no le iban a dar la reelección a Menem, presionaron los banqueros y los grupos económicos y se dijo que se ponía en juego la política económica.
La Embajada de los Estados Unidos se expidió públicamente haciendo un llamado al radicalismo, en aras de defender ese plan económico que destruía a la Argentina, que succionaba las riquezas para mandarlas al exterior. Así, firman el Pacto de Olivos “porque el loco de Menem va a tironear y va a poner en juego el propio plan económico”. Se decía esto, entre otras razones, porque precisamente le tenían mucha más confianza a Menem, que tenía más fuerza política, para defender sus intereses. Además, contaba con el acompañamiento de la C.G.T., que le hizo varios paros a Alfonsín —me parece excelente que le haya trabado el gobierno a Alfonsín—. Suerte que de alguna manera se lo trabó, porque si no hubiera sido mucho peor. Lástima que después no se lo trabó a Menem.
Sr. senador Maestro. — ¡Está fuera de cuestión, señor presidente!
Sr. Presidente (Maqueda). — Perdón…
Sr. Presidente (Maqueda).— ¿El senador Maestro pide la palabra?
Sr. diputado Zamora. — Si me permite, voy a terminar.
Sr. Presidente (Maqueda).— ¿Es para una interrupción?
Sr. senador Maestro.— Sí.
Sr. diputado Zamora.— Le pido disculpas pero los radicales tienen muchos legisladores y van a poder contestarme a través de muchas intervenciones. Digo esto por si desea la interrupción para contestarme.
El Plan Brady es parte de este doble discurso: “La deuda externa no se puede dejar de pagar porque estos atorrantes después vienen y nos tiran la bomba atómica”. Entonces, fíjense: decimos “qué inmorales que son porque para dar trabajo a nuestros desempleados o pagar jubilaciones dignas no podemos dejar de pagar porque si tomamos esa actitud humana, el mundo incivilizado y de barbarie del capitalismo, nos aislaría, tomaría medidas represalias, nos dejaría sin medicamentos”. Se dice esto junto con otras tantas cosas terroríficas que se utilizan en los discursos contra los que proponemos esto. Está bien, son gente seria, científica y quieren evitar males mayores. Admito esto, pero luego, a semejantes inmorales, los condecoraron. Por ejemplo, cuando Brady vino a la Argentina le dieron la condecoración de la Orden del Libertador San Martín.
¿Ustedes piensan lo que diría San Martín? Yo no diría lo que San Martín haría hoy porque no pretendería arrogarme eso pero sé lo que hizo en su época y que si se por algo se lo reivindica es por no bajarse los pantalones para que cuanto más se los bajara más le exigieran que quedara directamente como Adán y Eva. Esto es lo que han hecho los gobernantes argentinos.
Ahora, llegamos a de la Rúa. En las elecciones de 1995, el radicalismo sacó —no recuerdo bien—, el 18 ó 19 por ciento de los votos. Era un partido muy deteriorado por todo lo que he relatado y todo lo que se podría agregar.
¿Qué pasó para que llegara a la Presidencia? Hubo toda una corriente progresista que se integró en el Frepaso y que se postuló para acabar con el bipartidismo, que despertó enormes expectativas en muchos sectores progresistas que querían cambios, quizás no cambios radicales como los que proponemos nosotros, pero sí cambios…
Sra. senadora Perceval. — Pido una interrupción.
Sr. Presidente (Maqueda). — Señor diputado, le pide una interrupción la señora senadora.
Sr. diputado Zamora. — Le pido disculpas, pero no se la otorgo. Le solicito a todos aquellos que me pidan una interrupción que me dejen concluir.
Sr. Presidente (Maqueda). — No se la concede, señora senadora.
Sra. senadora Perceval. — Muchas gracias, señor diputado.
Sr. diputado Zamora. — Señor presidente: la verdad es que el Frepaso “levantó un cadáver”. Esa es la verdad. Puso en la Casa Rosada a un partido político que no tenía ninguna posibilidad. Esto es muy grave, porque ¿saben qué pasó? Significó una desilusión y una frustración para muchísimos luchadores, para gente honesta que quería avanzar con cambios. A lo mejor, tenían más razón ellos que nosotros, que planteábamos cambios más radicales mientras ellos pedían cambios más pausados, más graduales.
¡Cuánta gente se desilusionó cuando vio que el que iba a encabezar el proceso de cambio era una de las patas del bipartidismo con el cual había nacido para combatirlo! Y encima, el que lo encabezaba tenía cuarenta años dentro de la política argentina.
¿Quién se podía sorprender de lo que iba a hacer de la Rúa? La historia de de la Rúa puede haberla ignorado algún ciudadano que no lo siguió muy de cerca, pero no la dirigencia política. La responsablidad de los que integraron el Frepaso en lavarle la cara al radicalismo y llevarlo al gobierno es muy grande, en esta brecha que se siguió acentuando entre la dirigencia política y la población.
En cuanto a lo que hizo de la Rúa, por supuesto, debemos mencionar los ajustes, la baja de salarios, el aumento de los impuestos a la clase medía; en fin, la continuidad de la política económica, los pagos de la deuda externa como la prioridad del presupuesto argentino, el pacto con la Corte Suprema para liberar al ex presidente Menem, con participación activa de dirigentes radicales. El presidente Alfonsín hizo una campaña sistemática por los medios para decir que…
Sr. senador Alfonsín. — ¡Está faltando a la verdad!
Sr. diputado Zamora. — Callesé, pida la palabra.
Sr. diputado Zamora. — ¡Cuando yo pretendía hablar, usted me negaba la palabra siempre! ¡Cuando yo le pedí una entrevista, usted nunca me recibió…! y teniá datos de una chica desaparecida que yo era abogado de la familia y no me los dió.
Sr. senador Alfonsín.— ¡Por favor…!
Sr. Presidente (Maqueda). — Por favor, diputado Zamora, no personalice y diríjase a la Presidencia.
Sr. diputado Zamora. — Lo que pasa es que son cosas duras. Son veinticinco años de luchas duras contra todo esto. Cuando vino Bush a la Argentina y yo pretendí hacer uso de la palabra para dar una opinión diferente al hecho de que este Congreso homenajeara al presidente Bush, enemigo de los intereses del pueblo argentino, se me negó el uso de la palabra. No se aplicó este Reglamento del siglo antepasado que están aplicando ustedes, que dice que tenemos quince minutos en asambleas legislativas para hacer uso de la palabra. El presidente Duhalde, que presidía la asamblea, me dijo que no tenía derecho a la palabra. Quiere decir que ustedes reflotaron esto para su propia conveniencia. Cuando yo pedí la palabra en esa asamblea legislativa me la negaron porque decían que no correspondía. Son cosas duras.
¿O el bloque justicialista no se acuerda cuando yo hablaba, que se paraban a insultarme y a abuchearme y Pierri me sacaba el sonido? ¡Caramba! ¡Y el radicalismo se callaba la boca! Nunca se levantó ninguno a decir: “Tiene derecho a hablar porque es un diputado igual que nosotros, con los mismos derechos y obligaciones”.
“La mayoría de ustedes que tienen cara conocida no pueden caminar frente a la población.
¡Miren qué representantes del pueblo son que no pueden caminar ante una mayoría de población espontánea, pacífica!”
Por eso, no todos fuimos lo mismo. No sé qué diputado lo dijo. No fuimos lo mismo. Porque a nosotros se nos contestaba que eramos unos locos con el tema de la deuda externa, en debates con Brodersohn, con Sourrouille, con Canitrot, con todo el equipo. Se nos decía que íbamos a agravar los problemas del país; que íbamos a llevar al 10 por ciento la desocupación si se suspendían los pagos de la deuda.
Nosotros nos fuimos de la Plaza de Mayo en Semana Santa. Repito: no todos fuimos lo mismo. En cuanto Alfonsín dijo que viajaba a Campo de Mayo, nosotros dijimos: “Nos vamos. Se rinde”. Dos meses después salió la Ley de Obediencia Debida. Y parte del justicialismo dio quórum. Votó en contra pero dio quórum para que se sancionara la ley, con esas trampas que se suele hacer acá, como decir “yo no voté la ley”. Entonces hay que mirar la lista para ver quién dio quórum, y descubrir que hay tres o cuatro, lo suficiente para que haya quórum. Esta es una historia larga y donde no todos fuimos iguales.
Por ejemplo, cuando discutíamos el régimen político. ¿Ustedes se acuerdan cuando me quisieron echar? Muchos están acá. Porque yo planteé que los legisladores se estaban aumentando los ingresos aprovechando un aumento en los gastos reservados. La dieta seguía nominal, pero ustedes sacaban de un aumento de los gastos reservados y lo repartían como ingreso para cada diputado. Y el único diputado que dijo “a mí no me involucra la denuncia de Zamora” fue Fescina, del Partido Federal. Todos —radicalismo y justicialismo— lo hicieron. También el “Grupo de los Ocho”, con “Chacho” Álvarez y Juan Pablo Cafiero. Todos cobraron ese aumento irregular de sus ingresos, porque no lo hicieron mediante un aumento de sus dietas. Pero yo entonces pasé de denunciante a denunciado. Y creo que, por única vez en todos esos años, se constituyó la cámara en comisión para ver qué medida se aplicaba: si me echaban, si me suspendían; qué me hacían. Y ya la última era fusilarme en la Plaza de Mayo…
Entonces, no somos todos lo mismo frente al desprestigio de las instituciones y de la dirigencia política. Para no hablar del Pacto de Olivos, donde la única actitud digna la tuvo Monseñor De Nevares. Porque el resultado electoral de la Convención Constituyente fue que la mayoría de la población no apoyó la reforma. Si se suman las abstenciones, los votos anulados, los impugnados y los que votaron en contra de la reforma, superaron a los dos partidos que proponían la reforma, el Núcleo de Coincidencias Básicas. Y por eso, De Nevares se paró y se retiró. Esa fue la única actitud digna en el Paraninfo de Santa Fe.
Sr. Presidente (Maqueda). — Perdón, señor diputado, simplemente debo avisarle que del tiempo del bloque, que usted está usando. Le quedan cinco minutos.
Sr. diputado Zamora. — Muchas gracias, señor presidente. Le rogaría que considere el acuerdo que había, según el cual se iba a tener una cierta contemplación con los discursos de los bloques. Pero, de cualquier forma, trataré de terminar en el menor tiempo posible.
Decía entonces que transformaron en Constitución algo que la población mayoritariamente no había apoyado. Esa Constitución también es ilegítima. No sólo porque fue un toma y daca —”Saquen dos ministros de la Corte, denme un senador más y entonces les damos la reelección”—. Y metiendo las convenciones de derechos humanos como para darle algún caríz democrático.
Esta pueblada que acaba de ocurrir tiene características únicas. Yo no encuentro en la historia argentina un antecedente de este tipo, ni siquiera el del 17 de octubre, con la importancia que tuvo, juzgado objetivamente. Porque ahí había un referente, un líder; estaba preso, pero había un líder. Hubo organización; se preparó. Tuvo mucha fuerza, tuvo muchas cosas que no tuvo esta. En ésta hubo una cosa diferente: la población recuperó el poder que en la democracia representativa delega a los representantes; lo recuperó. No vino al Congreso a decir: “Echen a de la Rúa”. Salió a la calle a echarlo.
O sea, asumió que tenía que hacer política; que no es cuestión de criticar a los políticos solamente —aunque es muy bueno y muy legítimo hacerlo—. Por lo tanto, eso significó decir: “No podemos dejar en manos de los que criticamos la solución de los problemas colectivos”. Eso es hacer política. La población tiene que hacer política y la hizo. Salió a hacer política colectivamente, porque eso fue bien democrático. Y le costó a elementos autoritarios meterse en eso; sean de donde fueren.
Esa pueblada extraordinaria queda como una memoria con respecto a todo eso que se le decía: “Y, pero si el pueblo no se organiza…” “Si el pueblo no tiene dirigentes…” Si el pueblo se autodetermina tiene una fuerza impresionante. Y el miércoles a la noche lo demostró. Después, el pueblo resistió la represión, con una actitud criminal, asesina y homicida del Gobierno de de la Rúa, que para mantenerse unas horas intentó negociar con quien no quería negociar porque lo quería dejar sólo frente a la población.
Pero de esa represión, ustedes recordarán, también son responsables. No pueden hablar de los 24, 27 ó 30 muertos. Yo inicié aquí el debate el día en que se discutió la supresión de los superpoderes, refiriéndome a que se estaba dictando el estado de sitio. Y con las maniobras habituales que tienen acá, nos dijeron que esos eran rumores de los diarios, que había que confirmarlo, que en la Cámara no podían discutirse cosas que no eran oficiales. Yo les dije entonces que se estaba decretando. El bloque justicialista propuso pasar a cuarto intermedio para que el presidente averiguara si había un decreto, en cuyo caso lo trasladaría aquí para debatirlo. Y el bloque justicialista hasta adelantó que iba a votar en contra. Hubo otros que, por supuesto, también acompañaron este planteo. Yo insistí, porque por la experiencia que tenemos muchos, me daba cuenta de que esa era una maniobra para sacarnos del recinto y no volver más. Todavía estamos en cuarto intermedio de esa sesión.
Estamos esperando que el presidente nos diga si averiguó algo en la Casa Rosada. Era una llamada telefónica de un minuto —como cuando ustedes quieren— con los diputados en las bancas. ¿Cuántos cuartos intermedios se hacen con los diputados en las bancas? Eso era para levantarnos. Pero eso significó que al día siguiente la población se enfrentó sola frente a la barbarie represiva del gobierno, que encima era…
Sr. Presidente (Maqueda). — Señor diputado: siento decirle que su tiempo ha terminado.
Sr. diputado Zamora. — ¿Puedo pedir, entonces, una pequeña prórroga?
Sr. Presidente (Maqueda). — Al final, los presidentes de bloque van a poder redondear sus expresiones.
Sr. diputado Zamora. — Si me permite redondear… Habíamos quedado en eso, señor presidente, no sé si recuerda.
Sr. Presidente (Maqueda). — Habíamos quedado en que, al final, los presidentes de bloque iban a poder hablar cinco minutos para redondear.
Sr. diputado Zamora. — Y que íbamos a ser elásticos en los plazos…
Sr. Presidente (Maqueda). — Hemos sido elásticos con usted. Cinco minutos más.
Sr. diputado Zamora. — ¿Me da cinco minutos más?
Sr. Presidente (Maqueda). — No. Cinco minutos más le hemos dado.
Sr. diputado Zamora. — Bueno, yo le pido cinco minutos.
Sr. Presidente (Maqueda). — No, no le puedo dar cinco minutos. Le doy un minuto para que redondee.
Sr. diputado Zamora. — Bueno. Estimo que si lo que yo dijera fuera de su agrado, me daría más.
Sr. Presidente (Maqueda). — Se equivoca.
Sr. diputado Zamora. — Me parece que no.
Eso significó que la mayoría de ustedes que tienen cara conocida no puedan caminar frente a la población. ¡Miren qué representantes del pueblo son que no pueden caminar ante una mayoría de población espontánea, pacífica! Esto ocurrió. Y yo me sentí…
(Manifestaciones en las bancas y en las galerías)
Sr. diputado Zamora.— Bueno, por algo no estuvieron. Yo tuve el gusto de estar. No fui el único. Vi a la diputada Marcela Bordenave jugarse, por ejemplo —no es de mi partido, ni de mi agrupación— al lado de Rosselli y de mí en las vallas, frente a la represión y los gases. Fuimos a denunciarlo a la Casa Rosada. Hubo otros diputados, a los que no puedo a mencionar, pero a Bordenave además le pegaron por sacar a un chico de la represión que estaba haciendo la Federal.
Entonces, para concluir, señor presidente, esta es una brecha que se ha abierto. La solución que ustedes están dando es usurpar desde las instituciones un triunfo que logró el pueblo sin ustedes y a pesar de ustedes, que avalaron las medidas represivas y el estado de sitio; lo permitieron. Lo están usurpando, porque no tuvieron nada que ver, no pusieron el cuerpo. El gobernador Rodríguez Saá no puso el cuerpo frente a las balas, lo pusieron pibes jóvenes, trabajadores. No puso el cuerpo para lograr que se vaya de la Rúa. Lo criticaron en los medios de comunicación pero en la calle no lo hicieron. En cambio, yo sí estuve. Puedo hablar con autoridad porque estuve. (Manifestaciones en las bancas y en las galerías)
Sr. Presidente (Maqueda). — Señor diputado: terminó su tiempo.
Sr. diputado Zamora. — Lo último que quiero señalar…
Sr. Presidente (Maqueda). — Terminó su tiempo, señor diputado.
2da. Intervención (aporx. 7.30 hs)
Sr. Presidente (Maqueda).— Tiene la palabra el señor diputado Zamora.
Sr. diputado Zamora. — Creo que este ha sido un debate muy pobre, y utilizo este calificativo teniendo en cuenta la situación por la que atraviesan el país y sus habitantes.
Se preocupan por las frases mencionadas por el otro bloque, aunque aclaro que a mí también me preocupan cuando el otro bloque no recuerda sus dichos con relación a la legitimidad y al sentimiento democrático. Pero aquí hemos asistido a reproches de un bloque contra otro, tal como ocurriera desde 1989 hasta 1993, que fue el período en el cual estuve, y prácticamente no se tocó ninguno de los problemas de fondo que tienen la Argentina y sus habitantes.
Creo que eso es lo que hace pobre el debate, no es una valoración soberbia sino una descripción de la realidad, porque se pelean por una frase y entonces uno dice una cosa y el otro dice otra. ¿Quién puede olvidar cuando el ex presidente Menem dijo que si durante la campaña electoral hubiese dicho lo que iba a hacer en el gobierno no lo habría votado nadie? Y yo me pregunto: ¿qué carácter democrático tenía esa expresión? Me parecen muy pobres esas peleas entre los que en el fondo han vivido haciendo lo mismo.
Como dije en mi anterior intervención, el problema de fondo de la Argentina al que esta Asamblea no le ha dado ninguna propuesta —y no digo una salida sino una perspectiva— es que ha quedado fuera del mundo y eso ha estado hundiendo al país. Engañar a la población diciendo que con la pesificación, la dolarización o la devaluación —según el interés económico que se represente— puede haber alguna salida es realmente muy pobre. Hay un mundo capitalista que no nos ha dejado nichos para nada. Entonces, se trata de confrontar con ese mundo. Cuando Bush dice “Alíneense detrás mío para defender al mundo civilizado” nosotros tenemos que responderle que ese es un mundo de barbarie que nos niega todo. Tenemos que luchar y confrontar junto a América latina contra ese mundo. Empezaríamos a discutir lo que pasa en el mundo, a actuar como médicos y no como curanderos.
Creo que no debemos insistir en querer entrar en un mundo en el cual los Estados Unidos gastan 400 mil millones de dólares en armamentos, mientras mueren 12 millones de niños —lo cual se podría evitar con sólo 3 mil millones—, para buscar algún nicho y defenderlo porque es “civilizado”. Esta es la discusión de fondo que tiene que plantear la Argentina, que por eso está asfixiada.
Considero que no es un mundo civilizado sino la barbarie del capitalismo. No habrá cambios en el país si no enfrentamos este problema, y para ello apelo a la población. De ahí viene el no pago de la deuda externa; no de consignas aisladas para diferenciarse de los demás. De ahí viene la nacionalización de la banca, para que no se fuguen todos; la nacionalización del comercio exterior; la reestatización de las empresas que nos robaron —y especialmente de las AFJP—, la aplicación de impuestos progresivos, terminar con el IVA, las medidas que tiendan a confrontar con ese mundo…
Sr. Presidente (Maqueda).— Perdóneme, señor diputado: le queda un minuto. Le ruego que redondee.
Sr. diputado Zamora. — Para redondear, lo que aquí se ha propuesto es ilegítimo porque la Asamblea Legislativa no puede legislar. Ustedes, por la mayoría que tienen, como una forma de arrasar, pueden decir que sí; pero no es así. El reglamento que se pretende aplicar se contrapone con lo dispuesto en el artículo 77, apartado II, de la Constitución. Cualquier persona sin conocimiento jurídico lo puede apreciar.
Además, la ley de lemas es una trampa —ustedes lo saben— para dirimir las internas porque no pueden hacerlo de otra forma; pero no se trata de internas por las necesidades de la población sino por los grupos económicos que influyen en esas internas.
Por lo tanto, como les señalé días atrás, me parece que siguen sin escuchar los reclamos de la población. Me hace ser muy optimista el hecho de que la población recuperó un poder que delega en la democracia representativa y apuesto a que lo siga conservando…
Sr. Presidente (Maqueda).— Discúlpeme, señor diputado: terminó el tiempo de su exposición.
Sr. diputado Zamora. — ¿Me permite una conclusión, señor presidente?
Sr. Presidente (Maqueda).— Sí
Sr. diputado Zamora. — Por las razones de ilegitimidad que acabo de mencionar, mi bloque no va a participar de la votación para no avalar este mecanismo ilegítimo de esta Asamblea, y se va a retirar.
Discurso de Luis Zamora en la Asamblea Legislativa del 01-01-2002 (después de la renuncia de Rodríguez Saá)
Sr. diputado Zamora. – Señor presidente: estamos asistiendo a una repetición agravada de lo que ocurrió días atrás, en la anterior Asamblea Legislativa. El resultado -con mecanismos distintos, variados- es que el justicialismo nuevamente usurpa un poder por el que no peleó en las calles y por el que no tiene representación popular. Utiliza una presencia mayoritaria en instituciones profundamente repudiadas por la población para elegir un nuevo presidente, luego de que al anterior …
– Manifestaciones y silbidos en las galerías.
Sr. Presidente (Maqueda). – Por favor, silencio en las barras.
Sr. diputado Zamora. – … la población le volviera a sacar una tarjeta roja como se la marcó antes a de la Rúa. He escuchado con atención que han aparecido repentinamente -a la acción prepotente de la Asamblea Legislativa pasada- métodos recubiertos de palabras y frases como “consenso”, “concertación”, “unidad nacional”, “salvación nacional”, ” no es hora de poner palos en la rueda”, es decir, un lenguaje totalmente distinto al del “arrasar”, como arrasaron en la sesión pasada. Ahora bien, yo veo y advierto solamente un cambio de frases. Y me dirijo a la población que está siguiendo esta Asamblea Legislativa. Lamentablemente el país está “quebrado”, como dicen muchos. Es una palabra que habría que estudiar-¿ no es cierto?-; pero está mal, está destruido, nos han robado todo. ¡Si nos han robado la Argentina, entre los gobiernos radicales, justicialistas y militares, que empezaron, y después el de la Alianza, que ha terminado! Tanto, que un ensayista francés dijo: “Los argentinos existen, ¿pero la Argentina existe?” Porque, realmente, un país se distingue por proyectos independientes, por un consenso colectivo que se encolumna detrás de éste y por la defensa de sus riquezas y de sus intereses soberanos. Y aquí ocurre todo lo contrario. Yo creo que toda esta fraseología es para seguir justificando políticas de ajuste y de aceptación de lo que mandan los organismos financieros internacionales. Inclusive algunas expresiones declamatorias, como las de cuestionar la concentración de la riqueza y de que no hay que permitir que las empresas españolas se lleven lo que se llevan, entre otras, constituyen discursos de barricada, de campañas electorales, porque no son medidas concretas.
Considero que nuestra Nación justamente ha perdido la condición de ser un país independiente, ya que tenemos toda la economía extranjerizada por acción fundamentalmente del menemismo, aunque hay que remontarse al discurso de Martínez de Hoz
De ser adoptadas se podrían tomar no sólo medidas puntuales sino también construir las bases para un país distinto y soberano. Considero que nuestra Nación justamente ha perdido la condición de ser un país independiente, ya que tenemos toda la economía extranjerizada por acción fundamentalmente del menemismo, aunque hay que remontarse al discurso de Martínez de Hoz del 2 de abril de 1976 para recoger los primeros lineamientos, que luego fueron continuados de una u otra forma por los gobiernos que lo sucedieron. Como tantas veces se ha dicho, el país necesita otro modelo económico, porque el actual está agotado. Pero también necesita otro régimen político. Alguien dijo que por primera vez está vinculado el agotamiento económico con el de lo político y el de lo social. Pero esto no es sorprendente, ¡si están íntimamente vinculados! La Argentina se hundió porque las instituciones defendieron los intereses de una clase dominante y las exigencias de los Estados Unidos, pero utilizando el voto de la población, mintiendo en las campañas, es decir, se les sacó el voto y luego con ese sufragio se le metió la mano en el bolsillo para engordar los de los acreedores externos o de las empresas que concentran la riqueza en la Argentina. Entonces, ¿cómo no se va a producir tremendo desbarajuste entre las instituciones, lo político y lo económico-social?
Desde ya que la Argentina necesita otra cosa. Ustedes conocen mi posición y en la que he insistido, en el sentido de que cualquier modelo económico debería empezar por suspender los pagos de la deuda externa. A veces sucede que cuando me presento en los medios de comunicación, me dicen: “Bueno, está contento. Ya hay muchos que hablan de que hay que reprogramar la deuda; hasta Cavallo lo dice”. “No”, les digo. “Esa es la gigantesca trampa. Han tenido que hablar de la deuda, porque están en cesación de pagos. Tienen que pedirle migas al Fondo Monetario para que les ‘tire’ 1260 millones de dólares para poder cubrir vencimientos sin los cuales no podrían cumplir”. Están en cesación de pago y tienen que hablar de la deuda. ¡Pero están volviendo a hacer lo que vienen haciendo desde 1982: salir a salvar al titular del bono y no al pueblo argentino a quien le obligan a pagarle a costa de su sangre, de su trabajo, de su salario, de rematar lo poquito que queda del patrimonio nacional! ¡Es el bono basura que tiene el acreedor internacional -opere aquí o afuera, pero lo tiene en dólares-, el objetivo de salir a reprogramar la deuda! Lo dice O’Neill: reclama que se reprograme con el Fondo Monetario, que se reprograme la deuda para volver a valorizar los bonos que en este momento no les valen nada. A costa de más ajuste. Eso es Duhalde hoy y eso fue este hombre que pasó tan efímera y tristemente, Rodríguez Saá, quien habló de suspensión de pago de la deuda externa mientras al mismo tiempo le pagaba al Fondo Monetario y a acreedores externos alrededor de 400 millones de dólares. No es demagogia lo que necesitamos sino suspender esos pagos; que no salga más un dólar de la Argentina y, después, no tomar decisiones de mandar comitivas a Washington -como ya está estudiando el gobierno de Duhalde- para reprogramar la deuda. Alguien dijo “consensuar”. Pero, ¿ustedes alguna vez pudieron consensuar algo con un banquero, con un acreedor, con un organismo multilateral de crédito? ¿Qué ejemplo tienen de “consensuar”, donde uno propone una cosa, otro otra y, por ahí, llegan a un acuerdo que interese a los dos. ¡Imponen! Entonces, con variada fraseología van a repetir lo mismo.
Desde ya que habría que nacionalizar la banca y el comercio exterior. No hay forma de suspender los pagos de la deuda y, al mismo tiempo, que no se fuguen capitales en una forma extraordinaria. Si hasta con un ministro como Cavallo se fugaron capitales, imagínense qué ocurriría si se tomaran medidas de este tipo, si se fugaron con un ministro servil, sumiso. Con un gobierno como el de de la Rúa: servil, sumiso; con el gobierno de Menem: servil, sumiso; con el gobierno de Duhalde: servil, sumiso, se fugaron capitales -hasta la década del ’90 había 50 mil millones de dólares afuera; ahora, 110 mil ó 115 mil -, entonces hay que controlar la banca y el comercio exterior; hay que nacionalizarlos y, por supuesto, no poner a controlar a los funcionarios tipo Dadone a controlar, sino empleados bancarios, usuarios, organizaciones de usuarios. ¡Ahora está corriendo esto de la democracia directa, la que no quiere guardar la cacerola! ¡Hay que aprovechar esos mecanismos de democracia directa para controlar que no se fuguen capitales al exterior! Pero ocurre lo contrario: Macri realiza un contrabando por 100 millones de dólares en autopartes, haciendo como que las fabricó acá cuando las trae de afuera, pasa por la Aduana, es un contrabandista y, sin embargo, está considerado como una de las personas más probas y es recibida en la Casa de Gobierno. Entonces, ¿qué cambios están planificando?
¡Ninguno!…¡Ninguno! ¡Pérez Companc, Macri, Fortabat! ¡Estamos pagando la deuda externa de la Ford! ¡Un pibe que se muere de hambre en la Argentina está pagando la deuda externa de la Ford con esa vida que pierde! ¡Millones de trabajadores no tienen trabajo porque estamos pagando la deuda externa de la Shell! ¡De la Shell; una de las siete empresas más poderosas del mundo! Un gigantesco negociado que nos “enchufaron” a todos; que nos lo “enchufó” Cavallo y la dictadura, pero que Alfonsín revalidó y los gobiernos sucesivos aceptaron. ¡Con los votos del pueblo les quitaron el trabajo y engordaron los bolsillos de los banqueros! Entonces, necesitamos medidas. ¡Por supuesto que hay que recuperar las empresas privatizadas! Ese gigantesco negociado; un robo al patrimonio del país, pero a través de gigantescos negociados que esta Cámara avaló. Acá yo denuncié las coimas por el tema de YPF. Llevé el asunto a los tribunales y la Justicia menemista cerró la causa. ¡Y acá no hubo voces! Un diputado del bloque justicialista denunció que había coimas en la Cámara de Diputados, pero quien llevó la denuncia a la Justicia fui yo y, por supuesto, me la cerraron. ¡Las coimas de las AFJP! ¡Llegaron a votar la privatización de Gas del Estado inventando diputados! Los famosos “diputruchos”: cuatro o cinco asesores o empleados de bloque que se hicieron pasar por diputados. ¡A eso llegaron! Entonces, ¿cómo no va a estar vinculado lo económico y lo político? ¿Dónde está la investigación? La Presidencia de la Cámara observa todo de frente ¿No detectó a los cuatro o cinco “diputruchos”? ¿Al presidente del bloque justicialista se le puede meter cualquiera en su bloque? Esto lo percibe la población enseguida. La luz, los teléfonos, todo. ¡YPF…! ¡El gigantesco negociado de YPF! Vendieron las acciones a 19 pesos por orden de Wall Street y al día siguiente valían 20. Sentados en una silla, ¿saben cuántos salarios de jubilados se ganaron? ¡Cómo no va a estar relacionado, porque de ahí saldría el trabajo que le falta a millones de argentinos! Un plan de obras públicas; algo rápido que reactive la economía, que vincule a todas las industrias que están relacionadas con la construcción. ¡Pero se necesita ponerlas en curso, no hacer demagogia…
Sr. Presidente (Maqueda). – Señor diputado: termina su tiempo. Vaya redondeando, por favor.
Sr. diputado Zamora. – Redondeo, presidente. Entonces, por supuesto que también es fundamental cambiar el régimen político, que está agotado. La semana pasada hablábamos de la ley de lemas, pero ahora ya no existe sino que tenemos la ley de acefalía. ¡Este es el uso de las instituciones que la población percibe! Para no hablar de cosas más graves, como la Constitución y los decretos. Me parece que, desde ya, ahora habría que reformar el régimen político: mandatos cortos; que el político vaya a trabajar; que tenga un intervalo donde no pueda ser reelegido; que vaya y venga; que no se haga carrera; que la población haga política y el funcionario haga gestión, mandato.
Lo que interesa es el mandato de la población. Los sueldos tendrán que estar adecuados a eso. La revocatoria del mandato: democracia es elegir y también sacar, y no elegir y aguantar.
¡Va y viene! No es importante: lo que interesa es el mandato de la población. Los sueldos tendrán que estar adecuados a eso. La revocatoria del mandato: democracia es elegir y también sacar, y no elegir y aguantar. ¡Y ahora se vota a un presidente que viene cogobernando en puestos fundamentales desde 1987! Todos desastres en la Argentina: negociados, corrupción, hambre, desocupación: todo pasó por manos del que se postula hoy como presidente en esta Asamblea Legislativa. Por eso creemos que lo más importante es que la población conserve el poder que recuperó. En raros tiempos, en raros momentos de los pueblos -y casi nunca en la Argentina, creo yo recordar- la población le retiró el poder a los representantes, es decir, dejó de considerarlos representantes. Ahora bien, esos representantes que ya no tienen poder -“que se vayan todos y que no quede uno solo, como gritaba la población”- lejos de irse se reunieron para usurpar lo que el pueblo había ganado en las calles: el poder.
Entonces, ahora están designando con un nuevo proceso de concertación, de consenso, lo que la población repudió. Y apareció el radicalismo para darle apoyo al justicialismo, así como también algunas otras fuerzas que con discursos de pegar con la izquierda terminan votando con la derecha, apoyando al presidente que se postula. Por eso nosotros no vamos a apoyar nada de esto. Esto va en contra del país y es continuar con lo mismo que se viene haciendo hasta ahora. Además, tampoco vamos a avalar la legitimidad de esta Asamblea. Una aclaración muy pequeña, porque fuerzas de izquierda a las que yo no pertenezco me han propuesto en los medios para ser postulado como candidato a presidente. La verdad es que me parece un disparate y un error, además de que no me informaron y creo que deberían haber tenido la seriedad de hacerlo. Pero más allá de eso, que es secundario, ¿cómo me voy a postular ante una Asamblea Legislativa que yo cuestiono en cuanto a su legitimidad? Estaría avalando la legitimidad de lo que yo cuestiono.
– Murmullos en el recinto.
Sr. Presidente (Maqueda). – ¡Por favor, silencio!
Sr. diputado Zamora. – Creo que ese sector ha cometido un grave error y me pareció importante decirlo. Entonces, apuesto a que haya elecciones, pero para constituir una Asamblea Constituyente; de constituyentes que discutan todo esto, es decir, qué país quieren los argentinos y no qué quiere la dirigencia que el país repudia. Y que se haga en una forma inmediata. No hay nada peor que seguir despreciando la opinión y la expresión del pueblo. De ser así, seguirán los “cacerolazos” y los cortes de ruta; los que tendrán más o menos fuerza para enfrentar el gobierno. Yo no adivino el futuro, pero apuesto a que lo puedan volver a derrotar.