GOBIERNO DE POBRES CORAZONES: LOS BROTES VERDES QUE NUNCA CRECEN
* Por Sergio Sallustio, integrante de Autodeterminación y Libertad
Muy necesitado de buenas noticias, el gobierno mostró las recientes cifras del INDEC sobre pobreza por ingresos como un gran éxito de su gestión y elevó la apuesta: a su entender, con el plan económico que lleva adelante, esta reducción en el índice de pobreza es parte de una dinámica a su favor que indica la mejora en las condiciones de vida de amplios sectores de la población. Nada más alejado de la realidad.
En una primera impresión, resulta fácil advertir que los datos corresponden al segundo semestre del 2017, en el cual las políticas expansivas en materia de ingreso (mejoró levemente el salario con respecto al 2016), generación de empleo (totalmente precarizado), ampliación en las transferencias y subsidios directos tanto previsionales (reparación histórica) como asistenciales (créditos a la AUH y otros), y la desaceleración de la inflación (muy notoria en dicho período) favorece a todo índice cuya base de cálculo se recueste en el ingreso real (o sea, en el que se calcula si el ingreso, en aumento, de la población, cubre una canasta de bienes representativa, cuyos precios dejaron de subir aceleradamente). Así, el dato favorable era previsible. Tan previsible como su carácter cortoplacista: la caída del ingreso y la descontrolada inflación del primer trimestre del 2018 augura un rápido nuevo aumento de pobreza e indigencia. Se trata de la tan señalada, y no por eso debemos acostumbrarnos, pobreza estructural.
Nuestra estructura económica extranjerizada, concentrada, dependiente, endeudada, primarizada, con una organización industrial, comercial y de producción totalmente jerarquizada en poder del poseedor de los medios de producción, que favorece el proceso de financiarización, que expulsa poblaciones hacia los centros urbanos, destruye economías regionales y familiares, distribuye la tierra de manera completamente desigual en perjuicio de campesinos y pequeños productores, provoca despidos como principal mecanismo de estabilización macroeconómica, precariza el trabajo con elevados índices de empleo en negro, y ajusta salarios para mejorar rentabilidad, y financia fuga de capitales con deuda externa.
En al menos los últimos 40 años los diferentes gobiernos han agravado progresivamente estas características de nuestra economía, tal vez en algún caso estabilizando algún fenómeno de manera coyuntural pero incluso exacerbando otros. Como puede verse en el siguiente gráfico, desde que el INDEC mide este índice, en el año 1988, el porcentaje de personas debajo de la línea de pobreza ha oscilado entre el 20% y el 40% (ignorando los picos de 1989 y 2002), con un promedio en los últimos 20 años del 30%.
Elaboración propia en base a datos de INDEC (hasta 2006) y CIFRA (desde 2007)
Cómo publicitará el gobierno los datos del primer semestre de 2018 es toda una incógnita. Con el techo a las paritarias en el 15% y cuyos aumentos derivados se reflejan desde abril en algunos casos o más adelante en otros, el salario de comienzos del año se retrasó y los índices de inflación interanuales de cada mes entre enero y abril no bajan del 24%, siendo el aumento del precio de los alimentos y las tarifas de servicios públicos lo que más ha crecido en estos tres meses, los cuales tienen una fuerte incidencia en la canasta básica alimentaria y total. Tampoco por la vía de la generación de empleo se ven grandes avances, el crecimiento del empleo registrado es de solo el 0,2% desde diciembre de 2015, según datos del SIPA, mientras que la PEA crece a una tasa aproximada del 1% anual. Con estos datos, la tendencia es a un estancamiento o un nuevo crecimiento del indicador de pobreza e indigencia.
Sobre el “crecimiento invisible”: ¿Solo ingresos para superar la pobreza?
Una canasta básica estandarizada no señala la heterogeneidad al interior de la clase obrera. Por empezar, la típica canasta de consumo de un jubilado, con medicamentos y gastos de salud en general a la cabeza, resulta comúnmente más elevada que la de otros sectores sociales. De hecho, una desagregación de la inflación de acuerdo con los patrones de consumo de cada decil de ingresos permite observar que los hogares de menores recursos son los que sufren en mayor medida los aumentos de precios. Estos datos que difunde el gobierno son parte del “crecimiento invisible”: nada nos dicen sobre si los gastos efectuados a partir de los ingresos disponibles cubrieron o no efectivamente las necesidades vitales del hogar, tampoco si mejoró o no la calidad de vida medida a través del acceso a servicios públicos como transporte, educación, salud, seguridad, y demás recursos básicos necesarios para una vida digna.
El gobierno se ha esforzado en señalar que de repente y en solo un año, 2 millones 700 mil personas salieron de la pobreza, solo porque mejoró su capacidad para adquirir la canasta básica total definida por el organismo estadístico argentino. ¡Le gustaría al gobierno que resultara tan fácil como pretende el poder económico construir su hegemonía cultural! En el mundo entero y desde hace décadas, se discute en la teoría del desarrollo económico la noción de pobreza solo por ingresos. En un mundo en el que la riqueza se concentra cada vez más y solo ocho personas acumulan lo mismo que la mitad de la población del planeta, se ha alertado que la dinámica no fortalece la mirada de los ingresos para definir el estado de pobreza. Hasta la ONU tomó los aportes en la materia del premio Nobel Amartya Sen y elaboró el Índice de Desarrollo Humano. La Argentina del macrismo no está para nada ajena a los problemas de la marginalidad, la hambruna, y las necesidades más elementales insatisfechas, que no solo dependen de los ingresos, por el contrario se han profundizado los rasgos más retrasados de nuestra economía que expanden los peores flagelos sociales.
Debemos combatir la imposición mediática y de las necesidades políticas por mostrarnos una realidad que no tiene nada que ver con la que sufren día a día las mayorías. La mejor forma de resolver la pobreza de manera inmediata será luchando por derrotar el ajuste del gobierno que necesita el poder económico, mientras no debemos dejar de lado la estratégica salida del pueblo trabajador por construir un mundo alternativo sin desigualdad ni exclusión.
Coincido con la línea ideológica