Intervención de Luis Zamora en la sesión del 7 de julio de 2004
Sr. Presidente (Arnold).- Tiene la palabra el señor diputado por la Capital.
Sr. Zamora .- Señor presidente: adelantamos el voto negativo del bloque de Autodeterminación y Libertad. Este parece ser uno más de los tantos proyectos que han pasado en los últimos veinte años, frente al cual uno deja constancia de su oposición y se resigna a que, una vez más, se continúe con la misma orientación en defensa de las ganancias de los grupos económicos y no de atender las necesidades de la mayoría de la población a la hora de repartir los recursos.
Sin embargo se siente indignación, quizá motivada porque no perdemos la capacidad de rebelarnos o de intentar detener de alguna forma iniciativas de este tipo.
Debe señalarse que este gobierno no tiene diez años, apenas lleva uno, y todavía hay un sector importante de la población que se encuentra expectante, aunque la realidad demuestre que esas expectativas van decayendo. En ese sentido, este proyecto está muy vinculado con algo que se ha venido repitiendo en la historia argentina de los últimos veinte años y que demuestra que esas expectativas se verán frustadas.
Entonces se trata de un proyecto más, porque hubo muchos así, pero también es un proyecto que tiene sus propias razones para ser rechazado. Si analizamos el ¨proyecto Techint”, como justificadamente se lo denomina en los pasillos –no porque beneficie sólo al grupo de los Rocca, el que hizo más lobby en forma pública y descarada para que esto se apruebe, sino porque lo beneficia especialmente‑ la relación que inmediatamente podemos hacer es que denuncia la falsedad, pero también la imposibilidad, del capitalismo en serio del que habla Kirchner. Acá lo tenemos al desnudo. Creo que si este es el capitalismo en serio no hay nada nuevo bajo el sol; es el mismo de Menem, de Alfonsín y de Martínez de Hoz, con las características peculiares de adaptación a la época de decadencia y de devastación de la Argentina de hoy con relación a los sujetos gobernantes que nombré con anterioridad.
También hablé de “imposibilidad”, porque queda en claro que no hay posibilidad alguna de capitalismo en serio. En el mundo el capitalismo es esta barbarie, donde vemos a miles de chicos que por falta de alimentación van camino a la muerte, y a un gobernante que, ligeramente, destinará 800 millones de pesos a un conglomerado o a un grupo de conglomerados económicos.
Por supuesto que esos 800 millones de pesos no los saca Kirchner de su bolsillo y tampoco los ponen los diputados y senadores que van a aprobar este proyecto. Ese dinero es el que produce la mayoría trabajando, pero que a la hora de la distribución se reparte entre unos pocos. Por eso se menciona a modo de argumento el tema de la creación de fuentes de trabajo, de la aplicación de políticas activas para que la industria nacional se desarrolle y todos los eufemismos que ya conocemos.
Aquí encontramos uno de los elementos que han recorrido la dramática historia argentina de los últimos veinticinco años. Tomemos el caso de los Rocca, por no mencionar a los Pérez Companc y a algunos otros; tampoco hace falta que nos vayamos muy atrás, ya que basta con analizar lo que ocurrió durante la última dictadura. Gracias a Martínez de Hoz y luego a Cavallo, Techint se enriqueció con deuda externa, que luego nos la dejó a nosotros.
Los Rocca no son sinónimo de industria nacional, de burguesía nacional ni de capitalismo en serio como acá se dice; son saqueadores de la riqueza argentina. Los Rocca engordaron mientras el país adelgazaba. Crecieron como grupo económico pero no crearon fuentes de empleo: mientras ellos engordaban crecía el desempleo. Luego formaron parte de los “capitanes de la industria”, durante la época de Alfonsín y Sourrouille; recordemos el grupo María y a Dante Caputo. Así siguieron engordando, porque estaban liberados de pagar la deuda externa que estábamos pagando todos nosotros gracias al reconocimiento de legitimidad que hizo Alfonsín frente al FMI en 1985, cuando despide a Grinspun y pone a Sourrouille. Después de eso vino el plan Austral, el Australito, el Australazo y el Plan Primavera. Siempre están los Rocca, es decir, siempre está Techint. Digo esto porque estamos hablando del “proyecto Techint”. Si estuviéramos hablando del “proyecto Pérez Companc”, obviamente estaríamos hablando de Pérez Companc.
Después de Alfonsín y de Sourrouille vino Menem, y al grupo Rocca no le fue mal con la convertibilidad, porque con las privatizaciones Techint vuelvió a engordar, y por ende también lo hicieron los Rocca. Mientras ellos van transformándose en grupos que inclusive llegan a aparecer en el listado de los trescientos más ricos del mundo que publica la revista “Fortuna”, el país se va llenando de pobres. Del 5 por ciento de pobreza registrado durante la década del 60 pasamos al 50 por ciento de hoy. Eso no es casual. No lo es a pesar de los esfuerzos de los
grupos económicos de los que estamos hablando. Por el contrario, está íntimamente relacionado: ellos se enriquecen porque la mayoría se empobrece o, lo que es lo mismo, la mayoría se empobrece porque ellos se enriquecen. Ganaron mientras perdía la Argentina.
Este proyecto es descarado. Uno podría caer en la rutina de decir “voy a votar en contra”, o “dejo sentado mi voto negativo”, pero dan ganas de intervenir. Charlando en nuestro bloque sentíamos que era descarado. Y hasta fue anunciado por los diarios, con aprietes públicos y con titulares: “O menos impuestos o aumentos de tarifas”, alertó Techint, para construir el gasoducto de Bolivia a la Mesopotamia.
El Estado argentino, el Estado capitalista argentino, ha estado subsidiando a estos grupos desde por lo menos 1976. Si recorremos la historia podemos encontrar proyectos anteriores, vinculados con Pérez Companc y con los mismos de hoy. ¿Qué resultado tuvo ese respaldo? Ocasionó un 25 por ciento de la población activa desocupada, un 15 por ciento subocupada, encubierta bajo planes sociales, pobreza, indigencia, etcétera. No tiene sentido seguir abundando en cosas muy conocidas. Pero se corre el peligro de que nos acostumbremos a estas cifras, y en la intimidad de los pasillos los que gobiernan hablan de que ya la desocupación es estructural. Dicen que la pobreza se puede combatir un poco, pero que ya es estructural. Le echan la culpa al que estuvo antes. Aquí radica la imposibilidad del capitalismo en serio.
Este es Kirchner, acá está Kirchner. Este es el presidente Kirchner, no el jarabe de pico que habla por los medios o en los actos. Este, el de este proyecto, el de Rocca, exigiendo en los medios que salga este proyecto. Kirchner mandándolo y el Congreso aprobándolo. Kirchner no es el que besa chiquitos en Esquel rodeado del aparato del PJ, no de gente. Es éste, el del proyecto a favor de los Rocca, el que cambia la propuesta de Dubai, bajando la quita del 75 al 50 por ciento mientras dice que mantiene el 75. Este también es Kirchner. Es el que manda las tropas a Haití.
Aparecen estos gigantescos negociados, porque ya ni siquiera se los puede llamar negocios. ¿Cómo no se va a destruir el país si se produce un saqueo tan formidable? No es el único camino, por supuesto; está el de la deuda externa pero ambos están vinculados.
Sin ir más lejos, mencioné el tema de Cavallo. Cuando vino Duhalde con el decreto 214 se produjo la pesificación de las deudas de los grandes grupos económicos en el ámbito financiero local, y también en eso se encontró a Techint y a los Rocca. ¿Quién está pagando la deuda de los Rocca comprometida en el sistema financiero local? El pueblo argentino. La deuda de uno de los trescientos hombres más ricos del mundo la está pagando el 25 por ciento de desocupados, el 50 por ciento de pobres y el 20 por ciento de indigentes. Los desnutridos que se mueren son los que están pagando la deuda de Rocca, y todavía quieren darle 800 millones de pesos más; saco los 200 que dicen que van a ir a las pymes y por eso hablo de 800.
Cuando hablo del decreto 214 me refiero al que votó este Congreso, con una parte muy importante de su actual composición. Era un decreto del Poder Ejecutivo y lo avaló el Congreso. Lo decretó Duhalde incluso violando las normas legales y constitucionales.
¿Quién se opone a esos grandes grupos? Me refiero a los que hace poco fueron a respaldar a Kirchner; se reunieron con el presidente para felicitarlo por la reestructuración de la deuda. Y allí estuvo Techint.
Algunos de los que critican este proyecto dicen que para que haya empleo tiene que haber seguridad. ¿Qué están diciendo? Que se reestructure la deuda, que se saque la quita, que se arregle rápido con el Fondo Monetario para poder conseguir inversiones y crédito del exterior.
Con eso ya probamos durante veinticinco años. No confundamos las críticas. Critican los que llaman impuestos distorsivos, retenciones… Qué mirada tan pequeña; están preocupados por lo que pierden Repsol y Cargill, porque tienen que pagar retenciones. Ello, frente al fabuloso negociado que hicieron a raíz de la devaluación.
¿Quién pagó la devaluación? ¿Rocca? La devaluación la pagó quien vive de un salario -si tiene la suerte de trabajar- o de una jubilación, e incluso quien sigue buscando empleo después de años de no encontrarlo, cuando todos los productos de primera necesidad pegaron un salto formidable mientras los Rocca seguían llenándose de dinero.
Mis reflexiones están vinculadas con la historia dramática del país de los últimos veinticinco años. El proyecto en debate es uno más de los tantos que han pasado por aquí, pero tiene su propia entidad, quizás porque cada saqueo también la tiene.
No quisiera concluir mi exposición sin reflexionar acerca de dos elementos más -seguramente hay muchos otros- tendientes a cuestionar el proyecto en discusión.
– Ocupa la Presidencia el señor presidente de la Honorable Cámara, don Eduardo Oscar Camaño.
Sr. Zamora .- En primer lugar, el acatamiento del gobierno y del Congreso a una exigencia pública de un grupo económico no se ve muy seguido. Acá hemos visto muchas cosas, pero eso no se ve tanto. A veces, después del reclamo empresario, el proyecto aparece al año; en este caso apareció en minutos.
Eso también habla de lo que es el capitalismo. Nadie desconoce que hay millones de personas haciendo reclamos a las instituciones: al Congreso y al Poder Ejecutivo nacional. Reclaman trabajo, aumentos salariales, mejora de las jubilaciones. No olvidemos que el presidente Kirchner aumentó las jubilaciones en 20 miserables pesos ‑un cachetazo‑; pero para esto otro hay mil millones disponibles. ¡Qué poco valor da al reclamo de millones de personas, que se vincula con necesidades, y qué rápido actúa cuando se trata de la exigencia de mayor ganancia de los grandes empresarios!
Por otro lado, jamás alguno de estos subsidios ayudó a generar empleo; para ello veamos la historia de la Argentina. El PJ y la UCR nos han llenado de subsidios, pero la desocupación sigue ahí; están las estadísticas.
La segunda reflexión se relaciona con la reforma política, de la que tanto se habla. ¿Acaso esta cuestión no se vincula con la reforma política? Un empresario, que por supuesto también financia las campañas de los partidos tradicionales, primera minoría, segunda minoría -no sé cómo llamarlo-, pega un grito y se sale a cumplir con sus exigencias. ¿El voto electrónico es la gran reforma política como dice el gobierno? ¿Acaso la reforma política no consiste en determinar para quién gobiernan las instituciones?
Si democracia es gobierno del pueblo, cuando se destinan los recursos -mucho, poco o lo que haya-, ¿están teniéndose en cuenta las necesidades del pueblo o las ganancias de los empresarios? ¿Es esta la gran reforma política o lo es el sistema electrónico y la eliminación de las listas sábana? ¿Se tapa que no hay democracia porque no hay un pueblo decidiendo ni decisiones tomadas en función de las necesidades de ese pueblo? Como lo demuestra este proyecto se gobierna para grandes empresas.
Sin lugar a dudas el beneficiario de esta iniciativa es Techint, para la construcción del gasoducto desde Bolivia a la Mesopotamia Argentina, que utilizaría Repsol para traer el gas que ella misma produce en Bolivia y venderlo aquí o exportarlo a Brasil o Uruguay por intermedio de Repsol Argentina. Esto significa que es un proyecto a la medida de Techint y Repsol: Techint Techint, Repsol Repsol. Esta no es una política activa sino en beneficio exclusivo de Techint y Repsol, por lo que votaremos por la negativa el proyecto en consideración.