LA LUCHA POR LA APROBACIÓN DEL ABORTO CONTINÚA
Reflexiones alrededor de una potente experiencia que debe seguir desarrollándose.
* Por Marta Martínez, legisladora CABA, integrante de AyL
Cuando vemos el rico proceso de lucha por la legalización del aborto, no podemos dejar de enmarcarlo en un proceso mayor que, además de ser el gran motor de esta lucha también es un proceso que sigue abierto y en desarrollo: la rebelión de mujeres que comenzó aquel 2015 con una masiva concentración cuyo grito unánime fue “Ni Una Menos”. Ese momento fue la visibilización de una profunda opresión y violencia que las mujeres sufrimos cotidianamente en este sistema patriarcal y capitalista. Esa rebelión colectiva que interactúa y que se autoconvoca desde abajo, logró imponer un debate que hasta ahora era inesperado.
Es en este contexto de la rebelión del NUM del que tenemos que partir al analizar un momento como fue el de la lucha por la aprobación del aborto en el Congreso que por primera vez se logró imponer y se le arrancó a la Cámara de Diputados la media sanción. A partir de esa lucha comienza a verse más claramente la –luego llamada- marea verde y se conforma como el último elemento de presión en la media sanción en diputados. Que se haya producido el cambio de último momento de los diputados de La Pampa fue el resultado de una vigilia masiva y popular, inédita hasta ese momento, pero la vigilia misma se produjo como resultado de las características que fue tomando la rebelión de mujeres -sobre todo la autoconvocatoria-.
Luego del gran logro que tuvo el movimiento de mujeres con la media sanción se abrió otra etapa en la lucha por el aborto. En primer lugar, hubo una contraofensiva muy fuerte de las instituciones donde, por supuesto, toma gran protagonismo la Iglesia -no solamente de religión católica-, y de sectores del gobierno contrarios a la legalización. Esta contraofensiva se fue viendo lentamente al tiempo que se fue haciendo cada vez más fuerte: actos públicos con marchas y misas, discursos de Bergoglio, presiones en las provincias, etc. Las instituciones reforzaron su rol, enfrente teníamos nada menos que a las instituciones que están diseñadas para no responder a las necesidades populares, y a la Iglesia Católica.
Se puede resumir lo que sucedió en la segunda vigilia por la aprobación del aborto legal en que democracia es lo que hizo el pueblo, no el Senado, en contraposición absoluta a los dichos del presidente Macri sobre que esa noche había “ganado la democracia”. Lo que la rebelión de mujeres exigía era la legalización como ratificación de una decisión que ya había tomado el conjunto de mujeres y manifestado con mareas verdes, desde abajo. Pero ante la exigencia popular, el rechazo del Senado. Un acto sumamente antidemocrático al que estas instituciones nos tienen acostumbradas, millones durante todo el día de la votación en todo el país exigiendo que ni una mujer más muera por abortos clandestinos. Una opinión pública mayoritaria que también exige que el aborto sea legal. Un movimiento de mujeres que es una rebelión que desde abajo dice no a la obligatoriedad de la maternidad, no a la imposición de la moral y la conciencia de terceros ni de la Iglesia ni del Estado, una rebelión de mujeres que también está en movimiento en todo el mundo dando apoyo a nuestra exigencia desde otras ciudades en diferentes países. Y un Senado que rechaza la legalización, siendo cómplice de las muertes por abortos clandestinos. Mientras la dirigencia política se juega el 2019, o su alianza con la Iglesia, las mujeres se juegan la vida, la planificación de sus deseos, su propia autonomía y el ejercicio del derecho sobre nuestro cuerpo. Mientras los de arriba transan, lxs de abajo seguimos pagando las consecuencias con nuestra vida.
Este es el manejo de las instituciones, este es el carácter antidemocrático que tienen, son las que siguen reproduciendo la opresión de la cultura patriarcal y respaldando las formas de explotación del sistema capitalista. Si las cientos de miles a lo largo y ancho del país hubieran podido conocer lo que iba sucediendo dentro del Senado, la transa, la conformación del robo sobre nuestro derecho a decidir, las negociaciones que nada tienen que ver con nuestra exigencia de no morir por elegir cómo vivir, seguramente hubiesen existido otras mareas verdes autoconvocadas para arrancarles nuestro derecho. No hubo muchos espacios de información sobre lo que pasaba en el Senado, la información era una bajada editorial de los diferentes diarios de distribución masiva pero no hubo una advertencia de cómo iba cambiando el panorama allí dentro. Es decir que, en parte por el desconocimiento y en parte porque nunca se les dio el lugar que merecen, las mujeres nunca decidieron la agenda de lucha. Esta fue la primera experiencia que tuvo el movimiento de mujeres en relación a las instituciones, de forma directa y como un movimiento popular. Pero ese movimiento, esa rebelión, aun es embrionaria porque le falta reconocerse como protagonistas de la lucha y autoorganizarse para decidir todas cómo seguir, sin dirigentes, y cómo hacerlo en conjunto con la clase trabajadora y cómo compartir la lucha de la clase trabajadora contra este sistema de explotación para golpear más fuerte.
No se nos debe pasar por alto que la lucha por la legalización del aborto se enmarca en una lucha más profunda y está vinculada a un proceso de fondo, la lucha contra la violencia machista, contra el patriarcado. Es por eso que la lucha es contra las instituciones, no se trata de votar mejor, se trata de denunciar a las instituciones que legitiman y reproducen el sistema que nos explota y oprime más allá de la pelea puntual por un derecho democrático. El proceso de fondo, la lucha por derrotar la cultura patriarcal, tiene que ver con potenciar este carácter contra la opresión y, al mismo tiempo, contra la explotación del sistema capitalista. El objetivo es derrotar y modificar de raíz un sistema que nos oprime y nos explota, a partir de allí será posible construir una sociedad distinta -sin explotadxs ni oprimidxs-. La forma en la que creemos que es posible lograr ese objetivo es si el pueblo toma en sus manos la lucha, protagoniza porque decide que nada de lo que las instituciones le responden satisface sus necesidades.
En ese camino tenemos, entonces, el desafío de seguir construyendo autoorganización, autodirigiéndonos y desarrollando mecanismos de democracia directa, nosotras siendo nuestra propia voz, debatiendo y decidiendo cómo seguir la lucha, no esperar nada de la dirigencia política ni de las instituciones. Toda la sociedad trabajadora decidiendo en pos de las necesidades populares, esa es la verdadera democracia.
Este seguirá siendo nuestro desafío, o decidimos como pueblo trabajador, jóvenes y mujeres o seguirán decidiendo por nosotras. Estamos haciendo historia y vamos a construir futuro, la lucha sigue.