*Por Marta Martínez (Candidata a Legisladora de AyL)

En la nota que recientemente Cristina Fernández le concediera a Víctor Hugo Morales, la ex presidenta manifestó con variados ejemplos que la sociedad está atrasada y que no se puede discutir el tema sobre la legalización del aborto en el Congreso hasta tanto la sociedad no avance en esa discusión. No solamente comparó nuestra sociedad hoy con la del 1900 sino también generó un escenario de catástrofe si hoy se aprobara la legalización del aborto.

La excusa de que la sociedad aun no ha procesado el problema del aborto no es válida para justificar una posición antiabortista. Intenta responsabilizar a la sociedad cuando es la dirigencia política la que decide no legalizarlo. Mientras la sociedad en su gran mayoría, y las mujeres en particular, estamos a favor de la interrupción voluntaria de los embarazos no deseados fue ella la que reiteradas veces durante su mandato como presidenta impidió la posibilidad de que se debata el proyecto en la Comisión del Congreso. Mientras siempre se definió en contra del aborto llevó adelante, con parte de la oposición y por supuesto en conjunto con la Iglesia, una reforma al Código Civil que dificulta aún más la realización de abortos al otorgarle a la vida un origen natural-divino, desde el momento de la concepción. Como fortalecimiento a la Iglesia Católica en el mismo Código Civil le dio status de persona jurídica pública, asegurándole un rango superior que cualquier otra religión, financiamiento y la inembargabilidad de sus bienes.

Los Encuentros Nacionales de Mujeres que llevan más de 30 años, así como organizaciones por el derecho al aborto, las organizaciones políticas de izquierda y feministas hemos manifestado que la problemática del aborto es una cuestión basada en la opresión de la mujer y en el marco de la obligatoriedad del rol materno impuesto por el patriarcado, además de ser un problema de salud pública y que las mujeres que mueren son principalmente pobres, sin acceso a la salud. La rebelión de mujeres, en ese proceso enormemente rico que se está llevando a cabo desde aquél primer Ni Una Menos, se ha ido fortaleciendo también en una exigencia clara al rededor de Ni Una Menos por abortos clandestinos. Las prácticas del aborto son conocidas por toda la sociedad y practicadas por 500.000 mujeres al año, por lo que su clandestinidad pertenece a una gran hipocresía de la dirigencia política en complicidad con la Iglesia Católica.

El escenario catastrofista demuestra su miopía sobre las vidas perdidas y la realidad desesperante para todas las mujeres y familias que atraviesan estas situaciones. Decidir sobre el cuerpo propio sin moralidad impuesta es un derecho no una catástrofe.

Tenemos un gran desafío como movimiento de mujeres que es arrancarle al Congreso la legalización del aborto, presionarlo hasta que no puedan desoír más el grito que hace años venimos construyendo entre todxs: ¡aborto legal en el hospital!

Así como en el movimiento del Ni Una Menos contra los femicidios tenemos que lograr ser miles en las calles, construir un movimiento desde abajo, que logre autoorganizarse y autodirigirse para arrancarle a las instituciones un derecho esencial: decidir sobre nuestro cuerpo y nuestra vida.

¡El 29 de septiembre nos encontraremos a las 17hs. en Plaza de Mayo para marchar hasta el Congreso por el derecho al aborto en el marco del Grito Global por la legalización del aborto!