GOLPE AL GOBIERNO, DESPRESTIGIO DE LA DIRIGENCIA Y LA NECESIDAD DE LA CLASE TRABAJADORA Y EL PUEBLO DE CONSTRUIR UNA ALTERNATIVA SIN DIRIGENTES
En un marco de profunda crisis del capitalismo argentino que viene golpeando dramáticamente al pueblo, el resultado electoral del pasado domingo expresó claramente un golpe al gobierno del Frente de Todos. Un “voto castigo” que de alguna manera da cuenta de que las expectativas que un sector de la población depositó en Alberto Fernández en el 2019 no fueron un cheque un blanco, sino apenas una canalización de todo el malestar social que se venía acumulando contra el ajuste macrista y que encontró en el Frente de Todos una herramienta útil para revertir ese ajuste. Un Frente que, como ya lo señalamos en otras oportunidades, fue y es un amontonamiento que se juntó para ganar aquella elección pero sin un proyecto de país común.
En ese sentido, el retroceso electoral fue evidente. El Gobierno perdió alrededor de un 9% de votos desde la última elección. En buena medida ese retroceso se explica por el aumento del voto en blanco y nulo, que llegó al 6,4%, y la creciente abstención que llegó al mayor registro desde que se impusieron las PASO (la participación se redujo al 67,5%). Y también por una parte de votantes que terminó canalizándose en otros partidos tanto por derecha como por izquierda de las dos coaliciones mayoritarias.
Sin duda ese descontento tiene mucho que ver con el retroceso en las condiciones de vida del pueblo trabajador que vio que sus ingresos no solo no se recuperaron de lo perdido con el Gobierno anterior, sino que continuaron cayendo. Esto en un marco, además, de una crisis socioeconómica profunda, una pandemia que lleva más de 120.000 muertes, y “fiestas en Olivos” que una vez más mostraron los privilegios de la dirigencia política. Se puede decir que así como el pueblo le puso límites al ajuste de Macri (que pretendía hacerlo mucho más profundo de lo que terminó siendo), en el mismo sentido le acaba de enviar un mensaje a Fernández: no avalar nuevos ajustes (de ahí que desde el oficialismo se esté hablando de anuncios para mejorar los ingresos del pueblo).
El descontento tiene mucho que ver con el retroceso en las condiciones de vida del pueblo trabajador que vio que sus ingresos no solo no se recuperaron de lo perdido con el Gobierno anterior, sino que continuaron cayendo
En paralelo, el gobierno de Fernández no ha podido ni puede ocultar que en estos dos años no todos perdieron. Como lo hizo Macri, el actual Gobierno también garantizó las ganancias empresarias, aun a pesar de la profundidad de la crisis socioeconómica y una pobreza en aumento. Además del complejo agroexportador y cadenas de supermercados que remarcaron precios constantemente, los bancos no pararon de ganar fortunas de la mano de las LELIQS, esas en las que Fernández dijo que iba a “meter mano” para recuperar el salario y la jubilación perdida con Macri.
Muy lejos de avanzar en cambios de fondo fundamentales para mejorar las condiciones de vida del pueblo, toda la política del Frente de Todos ha girado alrededor de las prioridades que siempre imponen los grandes grupos económicos y de las exigencias del FMI: avanzar todo lo posible hacia un “equilibrio fiscal” ajustando las cuentas públicas.
El objetivo prioritario es sellar un acuerdo con el Fondo. Acuerdo que de confirmarse traería aparejado mayor ajuste a los ingresos, intentos de avanzar en una reforma previsional y laboral como históricamente viene reclamando el FMI, exigencias de nuevos tarifazos en los servicios públicos, recortes en áreas como Salud y Educación y mayor extractivismo (¡dólares para pagar Deuda a cambio de mayor contaminación y destrucción de los bienes comunes!).
Es decir, profundizar la misma matriz económica y productiva que se viene sosteniendo en los últimos 50 años, que derivó en un enorme retroceso en las condiciones de vida del pueblo trabajador y en el avance de la destrucción ambiental. En esta política no hay “grieta”: tanto el Gobierno como Juntos por el Cambio coinciden.
Un pueblo trabajador menos atado a la dirigencia
Pero si la foto de hoy muestra el golpe al oficialismo, más importante es ver la película histórica en la que esta foto se enmarca, y sobre todo cómo desde las profundidades de esa película puede emerger algo diferente y potencialmente rebelde. La foto electoral de hoy reafirma lo que viene sucediendo sin pausa en los últimos 50 años: una ruptura histórica del pueblo trabajador con el Peronismo; el partido que desde las alturas del aparato estatal organizaba, contenía y sujetaba a la clase obrera.
La evidente crisis del PJ, como parte de un fenómeno global de crisis de representación, se viene profundizando sistemáticamente. Esto quedó claramente reflejado en provincias históricamente vinculadas al peronismo como Jujuy, Chaco, La Pampa, Entre Ríos y desde ya la provincia de Buenos Aires. La unidad del PJ ya no es garantía de triunfos electorales.
Para quienes, como desde AyL, planteamos el enorme obstáculo que representan las direcciones para la auto-emancipación del pueblo trabajador, la crisis histórica del PJ tiene enorme relevancia. Aquel partido que en otros tiempos le brindaba al poder económico gobernabilidad y contención de las y los trabajadores y del pueblo en general, esa garantía, empieza a resquebrajarse por la desconfianza que emana del mismo pueblo.
No es por casualidad que se ha llegado hasta este punto. Si el peronismo supo ser aquel partido que le dio al movimiento obrero mejoras materiales en sus condiciones de vida y derechos laborales, año a año y década tras décadas todo eso se fue perdiendo. Son 50 años donde las decisiones de los diferentes gobiernos, el PJ incluido, tuvieron como consecuencia la pérdida del poder adquisitivo del salario en un 50%, mayor trabajo precario y el crecimiento exponencial de la pobreza. El primer período kirchnerista (2003-2007), por su parte, logró revertir parcialmente esta dinámica pero rápidamente esa etapa se agotó al no avanzar en cambios de fondo y estructurales.
Esta crisis del PJ ha repercutido también en la mayormente desprestigiada burocracia sindical, históricamente vinculada al peronismo, que hoy solo puede sostenerse sobre la base del apoyo que reciben de los gobiernos y patronales para mantener una ley de asociaciones profesionales que impide en los hechos la conformación de cualquier alternativa obrera a esa burocracia, y cuando esto no alcanza lo impiden mediante sus patotas.
Esta crisis de dirección, particularmente expresada en el peronismo y su relación cada vez más lejana con el pueblo trabajador, se encuentra mucho más acentuada en las generaciones jóvenes que cada vez buscan menos por arriba “guías”, “dirigentes”, “líderes” que les marquen el camino; una dinámica que se viene reflejando en las luchas en la región y en el mundo donde los pueblos, para luchar por sus condiciones de vida, esperan cada vez menos a “ser convocados” y buscan más autoconvocarse. El desprestigio de “los de arriba”, de los que históricamente han gobernado para el poder económico, tiene como contraparte búsquedas subterráneas de los pueblos cuyas manos se encuentran cada vez más desatadas. Es lo que reflejan los últimos sacudones de Chile, Ecuador, Brasil o Colombia.
¿Una oposición fortalecida?
Esta crisis y desprestigio de los de arriba no excluye al resto de la dirigencia política (aunque de menor importancia porque nunca ha sido dirección del movimiento obrero como lo fue el peronismo). La foto del triunfo electoral de Juntos, aunque expresa un cierto logro de las fuerzas políticas del poder económico, está lejos de expresar un fortalecimiento político para la oposición. Los 4 años de ajuste macrista no ocurrieron en vano. La degradante campaña electoral muestra que la brecha entre el pueblo y quienes se postulan para gobernar, o quienes gobiernan, se acrecienta de conjunto.
Sin ningún proyecto de país que puedan mostrar ni expectativas que puedan despertar en la población, la campaña electoral, como viene ocurriendo sistemáticamente, se limitó a expresar, con discursos degradados, por qué no hay que votar al partido opositor. Cada vez se vota más al “menos malo”. Lo cual significa, en el fondo, que ninguno realmente entusiasma. Y no pueden entusiasmar porque el capitalismo, aquí y en el mundo, descarga toda su crisis en los pueblos. ¿Cómo entusiasmar con la mitad de la población de este país bajo la línea de pobreza, una cifra que se incrementa a más del 70% en el caso de los niños y niñas en el conurbano?
Cada vez se vota más al “menos malo”. Lo cual significa, en el fondo, que ninguno realmente entusiasma (…) ¿Cómo entusiasmar con la mitad de la población de este país bajo la línea de pobreza, una cifra que se incrementa a más del 70% en el caso de los niños y niñas en el conurbano?
Por eso todo indica que el resultado electoral del macrismo/UCR, de confirmarse en las generales, está lejos de ser un sólido voto de confianza, mucho menos sabiendo que por delante tanto “oficialistas” como “opositores” tienen la exigencia del poder económico de arribar a un acuerdo con el FMI que traerá mayor ajuste y pobreza en el pueblo.
Embrionaria tendencia a la polarización
La crisis de los partidos tradicionales que han gobernado los últimos 50 años empieza a generar búsquedas por abajo. Esas búsquedas parecen mostrar tendencias tanto hacia la izquierda como hacia la derecha. Hacia la izquierda, lo expresa la buena elección que realizó el Frente de Izquierda Unidad -especialmente en algunas provincias-, que evidencia una consolidación a nivel nacional (la autoproclamada “tercera fuerza”), pero que lo hace, en su objetivo de construirse como dirección del pueblo trabajador, a partir de un discurso con un eje cada vez más marcado en el objetivo por obtener bancas y menos en la necesidad de que el pueblo luche para construir una alternativa anticapitalista.
En el mismo sentido, aunque circunscripto a la Ciudad de Buenos Aires, el voto hacia AyL también expresa búsquedas por izquierda (en CABA el voto a las diferentes expresiones de la izquierda sumado representó el 10%).
Por su parte, el “efecto Milei” fue expresión de una canalización por derecha, aunque por ahora solo acotado a CABA. Un personaje que irrumpió con un discurso reaccionario y violento, y que con la consigna de sacar a la “casta política” disfraza sus posiciones anti obreras y anti populares que le sirven para postularse como fiel representante de los intereses capitalistas, tal como quedó expresado no solo con el apoyo que recibió del mismísimo Cavallo, sino también con los elogios recibidos por Mauricio Macri y los abrazos públicos con Patricia Bullrich.
Seguir apostando a la necesidad de que el pueblo saque a la dirigencia y se auto-dirija
El resultado de nuestra intervención en CABA también expresa, relativamente, búsquedas hacia posiciones de izquierda, y en particular de una izquierda alternativa. De allí que con muy poca difusión hayamos podido superar el obstáculo proscriptivo de las PASO con cierta holgura. Muy diferente a la campaña hecha por el resto de la izquierda, desde Autodeterminación y Libertad insistimos en que, frente a la profundidad de la crisis, resulta absolutamente necesario que el pueblo trabajador se movilice, luche y se auto-dirija, no solo por mejoras en los ingresos y en las condiciones de vida en general, sino fundamentalmente para sacar a toda la dirigencia política, empresaria y sindical.
Sacarla, pero para que sea el mismo pueblo trabajador quien tome en sus propias manos la construcción de una alternativa sin partidos que lo dirijan. Y, en ese sentido, la conquista de una banca para nosotros y nosotras tiene siempre un valor relativo y al servicio de potenciar esas luchas.
En tiempos donde la dirigencia se desprestigia sistemáticamente, nos estimula cada vez más a seguir construyendo este camino.
En los últimos años la izquierda en su mayoría se ha unido, ustedes siguen apostando a la división, como ustedes mismo plantean si la izquierda hubiera ido unidad en CABA habría sacado un 10%, solo 3% menos que el fenómeno tan difundido como Milei
Estamos como siempre sometidos al juego corrupto y saqueador de la corporación política partidaria populista/sindical oficialismo/oposición que se alternan burlándose de los idiotas que los mantienen y enriquecen sin límite.
Insultos y autoproclamación permanente de su grupúsculo que no pasa de la General Paz… Que el FITU no se moviliza o no tiene la movilización del pueblo trabajador como visión estratégica, resulta delirante o porque no decir también un poco hilarante! El FITU toma mandato de las bases, de las asambleas… Quizás porque su secta no tiene representación piensan que el resto de de la izquierda en la cual la mayoría adherimos y construimos no lo hace… Sigan encerrados en su lógica vacía de slogans, que como le sucedió en el pasado van a terminar implosionando. Critican que el resto de la izquierda se presentan a cargos electivos cosa que para ustedes no se aplica… El pueblo espontáneamente se movilizará… Y terminarán con consignas como “que se vayan todos” y volverán todos. Su politíca sectaria en esos momentos contribuyó a ello. O pensaban construir con Carrió como pretendió Zamora?… Si les queda un poco de coherencia dejen de intentar destruir a otras formas de construcción mucho más realistas que la suya.