ELEMENTOS DE UN MUNDO EN CRISIS
Algo más que una “tormenta perfecta”
* Por Pablo Alberto Ramos, integrante de AyL
La notoria devaluación del peso argentino en los últimos meses demostró las profundas limitaciones históricas de la llamada “integración al mundo” que el macrismo intentó vender como superación de los notables limites del kirchnerismo. El aumento sostenido de las tasas de interés norteamericanas es una de las muestras de que lo que viene de ese mundo (es decir, de los grandes capitales multinacionales) no son “lluvias de inversiones” sino más bien “tormentas perfectas” (como bautizó Macri a las causas externas de la devaluación). Los grandes capitales multinacionales, que llevan décadas saqueando países como Argentina, sólo seguirán invirtiendo en países como Argentina si pueden garantizarse ganancias todavía mayores. Eso implica fundamentalmente una reducción de los salarios en dólares, una mayor precarización de las condiciones laborales y una sostenida reserva de dólares en el Banco Central que el gran capital pueda fugarse del país en cualquier momento, algo que se vuelve cada vez más difícil de garantizar para los gobiernos por el encarecimiento del pago de intereses de la deuda que provoca el aumento de las tasas de interés estadounidenses. La devaluación de las monedas de la mayoría de los países del mundo contra el dólar es una de las principales medidas económicas de los gobiernos para intentar resolver esta crisis en línea con los intereses imperialistas, es decir, aumentando las ganancias del empresariado multinacional a costa de empobrecer las condiciones salariales y laborales de los pueblos. Es por esto que, como el saqueo imperialista sólo se sostiene en tanto y en cuanto empeora las condiciones de vida de las y los trabajadores del mundo, la única es alternativa es combatirlo de raíz dejando de pagar la deuda externa e impidiendo que se sigan llevándose afuera el producto de nuestro trabajo.
Lo que se expresa a nivel mundial es la crisis del sistema capitalista que salió a la superficie una década atrás con la quiebra de Lehman Brothers, sólo que se muestra de manera desigual y combinada en cada país. Por la debilidad de su sector externo, Argentina es, junto a Turquía, uno de los países más expuestos a la actual situación, pero una crisis del sector externo argentino (por ejemplo, un default) podría sacar a la superficie nuevamente una crisis económica mundial que sólo salió del primer plano para quedar escondida bajo la alfombra. Y lo mismo al revés: una crisis en otro país podría repercutir con fuerza en la Argentina. De hecho, uno de los últimos saltos devaluatorios del peso (cundo el dólar pasó aproximadamente de $28 a $31) fue parte de lo que algunos llamaron “la crisis de la lira turca” o “el efecto Sultán”, que fue la brusca devaluación de la moneda turca como consecuencia de un ataque comercial de Estados Unidos.
Estados Unidos está en el ojo del huracán de esta crisis, pero de manera sumamente contradictoria. Luego de mucho tiempo, la economía crece por encima del 3%, el desempleo toca mínimos históricos (3,9%) y el salario parece comenzar a aumentar luego de años. Como consecuencia de esto, de la revalorización del dólar y de una enorme reducción impositiva, el consumo interno está creciendo en Estados Unidos, lo que reduce las exportaciones (1% mensual) y aumenta las importaciones (0,9% mensual). Esto, a su vez, ha llevado el déficit comercial estadounidense a los US$ 50.000 millones mensuales, lo que profundiza la llamada “guerra comercial” (que es más bien arancelaria) con China en momentos en los que, aun con “los números a favor”, el gobierno de Trump atraviesa su peor momento, e incluso existen dudas de si podrá terminar su mandato.
China, por su parte, ya no crece “a tasas chinas” e intenta avanzar lentamente en una profunda transformación económica que impulse su mercado interno para no depender absolutamente de exportarle su producción industrial a economías con cada vez menores posibilidades de expandir su consumo. Al mismo tiempo, el régimen chino avanza sobre los mercados africanos y, asociado militarmente con Rusia, incrementa exponencialmente su poderío militar, fundamentalmente sobre el Pacífico, pero también con bases militares a lo largo del mundo -sin ir más lejos, hay una en Neuquén. Aunque en tendencia Estados Unidos tiene pocas posibilidades de no ser superado militarmente por China, todavía no existe comparación alguna a lo que su poderío militar respecta. Es por eso que el imperialismo yanqui insiste en reforzar su poderío militar donde sea que China sume nuevas bases. Chispazos que anticipan el mundo al que nos están llevando el capital multinacional y sus gobiernos.
La devaluación de la lira turca provocó también una caída de las bolsas europeas, especialmente en aquellos países donde tienen sus casas matrices las multinacionales con peso en la economía turca: el banco BBVA, por ejemplo, perdió en un día 2.000 millones de dólares en la bolsa de Madrid. También por la crisis turca, aumentó en un día 0,3% la tasa de endeudamiento de Italia; si a esto se le suma un endeudamiento que alcanzó el 130% del PBI (el doble de Argentina) y una crisis política se prolonga con un gobierno que amenaza con salir del euro, se profundiza la crisis de la Unión Europea como proyecto empresario. Este bloque ya tuvo un fuerte golpe con el Brexit, para no hablar de la profunda crisis que atraviesan los regímenes políticos de las principales potencias europeas, que cuentan con partidos políticos y gobiernos que cada vez tienen menos respaldo porque ya no pueden ocultar que gobiernan para una minoría y en contra de la mayoría trabajadora.
La crisis mundial que salió a la superficie hace 10 años avanza en poner en jaque de conjunto al orden geopolítico mundial impuesto por el imperialismo hace 30 años con la caída de la Unión Soviética. Al final del camino por el que nos están llevando las grandes empresas multinacionales y sus gobiernos sólo hay mayores enfrentamientos (incluso posibles guerras) y ataques a las condiciones de vida del conjunto de la población trabajadora. Las y los trabajadores y los pueblos del mundo tenemos planteado el enorme desafío de frenar esto y construir una alternativa. En Argentina, en China, en Turquía, en Italia o en Estados Unidos, el desafío es ponerle un freno a esa barbarie y construir una alternativa, que comienza construyendo desde abajo la fuerza que necesitamos para frenar los ajustes de los Macri del mundo y peleando por un mundo opuesto a éste en el que las 8 personas más ricas tienen tanta riqueza como la mitad más pobre de la humanidad, porque viven de apropiarse del trabajo ajeno. En los próximos años, o siguen gobernando el mundo esos 8 y nos conducen a la barbarie, o los pueblos del mundo derrotamos a esa minoría que vive de nuestro trabajo y construimos un mundo de iguales.