LA INSTITUCIÓN JUDICIAL ES PATRIARCAL
* Por Marta Martínez (integrante de Autodeterminación y Libertad)
Tras la muerte de Micaela, a manos de un violador que no había terminado de cumplir su condena, resurgen discusiones sobre el endurecimiento de las penas. Sin embargo ese no es el camino para impedir estas muertes aberrantes, son discusiones que siempre se aprovechan desde los gobiernos para ir en contra de las libertades populares y ocultan las causas en las que se originan. Aunque no es menor la responsabilidad del juez en desoír informes que aconsejaban que el futuro asesino no saliera, en una sociedad patriarcal y capitalista las instituciones responden a dicho sistema. El poder judicial nos condena constantemente a las mujeres, más aun si somos pobres, de muchos modos diferentes que también conllevan muchas veces a la muerte. Las instituciones del Estado reproducen la opresión de la mujer, constantemente las revictimiza y muchas otras las condena, al ignorarlas, a la muerte.
El caso de Victoria Aguirre quien se encuentra en prisión hace más de dos años es un caso de violencia institucional machista. Fue víctima de violencia de género y el mismo hombre que la golpeó hasta dejarla inconsciente mató a su hija de dos años. Sin embargo, Victoria está acusada en el mismo grado que Lovera (su pareja en ese momento) por el homicidio de la niña. No se contempló el grado de sometimiento y violencia en el que vivía Victoria, ni el testimonio de familiares y allegados respecto de su buen desempeño como madre. Ni siquiera se contempló que pudiera estar libre hasta que se resuelva el caso. Se la acusa a ella en el mismo grado de responsabilidad que quien ejercía violencia sobre ambas y quien es el sospechoso de haberla matado a golpes.
Si pensamos en la justicia machista también podemos alertar sobre el caso de Higui, una mujer lesbiana que se defendió de un ataque de diez hombres que claramente la intimidaban por ser lesbiana y que querían violarla. La tiraron al piso y comenzaron a pegarle en el pasillo de salida de la casa donde estaba. Cuando ella sintió que le habían roto el pantalón y que uno de los atacantes se le tiró encima, sacó un cuchillo y se lo clavó en el torax al atacante. Fue defensa propia, de su integridad y de su vida. Ella sigue presa y los nueve atacantes libres.
Podemos también mencionar a todas las mujeres a las que no les toman la denuncia por violencia de género, a quienes las desestiman y les dicen que vuelvan a la casa o a quienes teniendo la orden de restricción las han asesinado sus ex parejas. También podemos recordar el caso de Belén que recientemente fue absuelta gracias a la lucha del movimiento de mujeres pero que estuvo injustamente presa por más de dos años por un aborto espontáneo.
Estos son solamente ejemplos individuales de un drama que están viviendo muchas mujeres a diario porque el reflejo del patriarcado en la justicia se ve de muchas maneras, al ignorar a las mujeres por el hecho de ser mujeres, la razón la tiene el hombre. Son las instituciones las que reproducen desde la acción o la ignorancia hacia ellas, la opresión de la mujer. Esa opresión que indica que el hombre, el macho, es el que tiene derecho y quien tiene la verdad. Todos los hombres son creíbles en mayor grado que las mujeres. Cuando Yenifer Guayaré fue internada en el hospital el médico creyó lo que le dijo la pareja quien la acercó hasta allí y se fue. Le dijo que estaba borracha. La realidad fue que esa misma persona la había tirado de los pelos hacia el piso provocándole pérdida de conocimiento por unos minutos. El golpe fue tan fuerte que tuvo un severo traumatismo cerebral y doble fractura cervical lo que la ha dejado postrada y con una larga e incierta recuperación.
Lo central que reproduce esta sociedad machista y heteropatriarcal es que la mujer es propiedad del hombre, en términos generales y particulares. En términos generales en relación a la opresión de la mujer y su rol social alrededor del hombre, otorgándole la cultura social misma privilegios a este. En términos particulares porque el macho cree que la mujer es suya y tiene el deber de satisfacerlo, ya sea sexualmente, con tareas en su beneficio o simplemente obedeciéndolo.
Las instituciones oprimen, la institución judicial responde a la misma desidia respecto de la mujer con la que la cultura patriarcal actúa en las prácticas sociales, con la misma opresión y con la misma violencia.
Es por eso que mientras luchamos porque injusticias como la del femicidio de Micaela no sucedan, exigiendo sanciones tanto para el imputado como para todos los funcionarios cómplices, tenemos que alentar ese proceso de rebelión que estamos construyendo las mujeres. No solamente exigimos justicia para Micaela y todas las víctimas de femicidio, también luchamos por el fin de este sistema patriarcal y capitalista que nos condena a la opresión y la precarización de nuestras vidas.
Es alentador en este proceso de lucha la movilización de las mujeres, una rebelión que nació desde abajo contestando con rabia a la violencia machista.
Seguiremos en las calles, contra la opresión y violencia machista, contra las instituciones patriarcales, contra un sistema que busca acallarnos gritando cada vez más fuerte NI UNA MENOS.
Micaela somos todas.