*Por Mariano Iacobacci (integrante de Autodeterminación y Libertad)

Las incontables notas, artículos y columnas de opinión de las últimas semanas parecen indicar que ser refugiado está de moda. Sin embargo, podemos afirmar, que de tanto en tanto los refugiados en el mundo vuelven a ser noticia por una simple razón, se convierten en un problema para las potencias occidentales.

Algunas cifras
Según la ACNUR (la agencia de la ONU destinada a los refugiados) existen 19,5 millones de refugiados en el mundo, de los cuáles 5,1 millones son sólo palestinos. Además, se calcula que al menos 10 millones de personas fueron forzosamente desplazadas en 2014. Siria es el país que a nivel mundial ha generado el mayor número tanto de desplazados internos (7,6 millones), como de refugiados (3,88 millones al final de 2014). Afganistán (2,59 millones) y Somalia (1,1 millones) son los siguientes países con más refugiados.
Paradójicamente los países que más población en condición de refugiados tienen no son los países europeos sino las economías en desarrollo, Jordania (2,7 millones), Pakistán (1,6); Irán (857 mil) y Turquía (609 mil) son los países que más refugiados acogen. (http://www.acnur.org/t3/a-quien-ayuda/refugiados/)
En efecto, en 2014, la UE ha acogido sólo el 0,92% de los refugiados del mundo (un 26,77% menos que en 2013) en tanto Oriente Medio y el Norte de África han recibido 7.388.916 desplazados (6,91%). (http://datos.bancomundial.org/indicador/SM.POP.REFG)
El “problema” de refugiados no es exclusivo del Viejo Continente, se estima que cada año 2,5 millones de personas cruzan la frontera de EEUU, provenientes de México, Centroamérica y Colombia, principalmente.

Sin destino
Es en sí misma muy cínica la tragedia en la que se ven envueltas las miles de personas que suben un barco o caminan cientos de kilómetros sin saber cuál será su destino final. Desde siempre Europa y los EEUU han apoyado los gobiernos autoritarios en todo el mundo, como el de Gadafi en Libia o al Asad, en Siria. Los mismos que han utilizado el enfrentamiento interno entre facciones religiosas, tribales o territoriales para imponer su poder. En 2011, luego del surgimiento de la llamada “Primavera Árabe”, cuando sus pueblos se levantaron, no dudaron en que ya no les servían a sus propósitos y les declararon la guerra.
La tierra devastada que han dejado las guerras de Irak y Siria han sido un lugar más que propicio para que una organización armada, que recuerda las épocas más tétricas del oscurantismo religioso, como el Estado Islámico, formado, en muchos casos, por combatientes de las diferentes guerras de Iraq, Afganistán, Chechenia y de facciones suníes que fueron reprimidas por los gobiernos de Irak o de Siria, haya aparecido.
Hoy Europa les cierra las puertas a los refugiados que ella misma ayudó a generar.

Trato equitativo, reparto humanitario
Tanto la tragedia en sí misma como las “múltiples soluciones” que se escuchan por éstos días no tienen menos cinismo. El “reparto equitativo” que propone Alemania, destino final de casi todos los refugiados por ser la principal economía de Europa, y el “trato humanitario” que pidió el Papa Francisco, son caras de la misma cínica moneda.
No podemos afirmar que la tragedia de los refugiados vea un horizonte de solución cercano si tanto Europa como EEUU siguen utilizándolos como “efectos colaterales” de las políticas económicas que llevan adelante.
En palabras de Saramago: “El desplazamiento del sur al norte es inevitable; no valdrán alambradas, muros ni deportaciones: vendrán por millones. Europa será conquistada por los hambrientos. Vienen buscando lo que les robamos”.