VIOLENCIA INSTITUCIONAL CONTRA LAS MUJERES: OPRESIÓN DE GÉNERO Y CLASE
*Por Marta Martinez (integrante de Autodeterminación y Libertad)
La violencia institucional hacia las mujeres puede implicar muchas cosas que en escala de gravedad no puede ser definido sin observar las consecuencias que implican sobre la vida de las mujeres. La violencia institucional puede implicar el encarcelamiento, infringir maltrato hacia nosotras, desvalorizar nuestros testimonios favoreciendo a los violentos, o mantenernos en un largo proceso judicial que nos irá comiendo la vida lentamente, etc. Hay algo que sí se puede observar nítidamente y es que cuando las instituciones, en este caso las judiciales, toman decisiones en un proceso de juzgamiento lo hacen a través de preceptos culturales patriarcales. Inclusive podemos afirmar que en el caso de la violencia institucional no existen omisiones o inacciones sino que mayoritariamente se observan acciones concretas que condenan a mujeres pobres. Esta condena además de estar basada en los procedimientos formales del derecho burgués también se sustenta en la moral de la cultura patriarcal y también, muchas veces, en las normas de la iglesia católica. Es así que no tenemos que olvidar que las instituciones del Estado capitalista reproducen un sistema de explotación y de opresión que tienen como consecuencia que quienes son mayormente afectadas por la violencia institucional sean las mujeres pobres.
Las mujeres, en esta sociedad patriarcal, tenemos asignados roles a los que pretenden que no nos rehusemos y cuando lo hacemos o nos rebelamos está en riesgo nuestra salud, integridad física, libertad e incluso nuestra propia vida.
En este recorrido basta con algunos ejemplos que están atravesando nuestros días y que se han convertido en luchas que el movimiento de mujeres viene tomando en sus manos y ha reforzado fuertemente luego del Ni Una Menos. Citamos tres ejemplos de situaciones de opresión y violencia institucional que en estos días nos están atravesando y por los que estamos pidiendo justica.
Justicia por Juana! Como sabemos, la cultura machista nos somete a las mujeres como objeto de placer masculino, como cuerpos que pueden ser apropiados por los hombres, mediante su decisión egoísta en el marco de la legitimidad que la cultura patriarcal le imprime a sus acciones. Así accionaron 8 hombres criollos cuando arrastraron de los pelos a una niña wichi de 12 años con discapacidad intelectual para violarla, todos ellos. Juana tuvo que ser sometida a una intervención para realizarle un aborto dado que, producto de esta violación o una anterior, había quedado embarazada. El permiso de la realización del aborto se otorgó porque era un feto anencefálico, no por su derecho ante una violación. La justicia de Salta, donde vive la niña, lleva la causa lentamente sin buscar pruebas y sin encontrar culpables. Los procedimientos han sido revictimizantes para esta niña y a pesar de haber intentado enjuiciarlxs por incumplimiento de funcionario público, mal desempeño y retardo de justicia, nada de esto ha prosperado. Mientras tanto la niña wichi sigue sufriendo, no solamente por las violaciones a su integridad física y la violencia institucional, sino también por las consecuencias de la pobreza y el racismo.
Justicia por Victoria Aguirre! El círculo de la violencia es la reproducción de la cultura patriarcal que somete a las mujeres contra su voluntad al encontrarse dominadas por el terror y muchas veces también económicamente dependientes. Los maltratos, golpes y torturas no solamente se dirigen a ellas sino también a quienes ellas quieren. Los primeros días del mes de septiembre comenzará el juicio oral contra Victoria, una estudiante de magisterio de Oberá, que se encuentra acusada de matar a su hija de dos años. Ambas, eran sometidas hacía cuatro meses por Lovera, la pareja de Victoria, quince días antes de la muerte de la criatura estuvieron secuestradas por este hombre, fueron golpeadas y quemadas. Más aun, las pericias dieron como resultado el hundimiento del cráneo de la criatura en proporción al tamaño del puño de Lovera. Sin embargo, la justicia que lleva encerrando a Victoria hace más de un año y medio, la acusa directamente a ella de mala madre y por eso podrían darle prisión perpetua. En ningún momento la justicia contempla el sometimiento y el miedo en el que se encontraba Victoria, ni que antes de conocer a este hombre la niña llevaba todos los controles de rutina realizados y no tenía golpes ni signos de maltrato. Pareciera que la justicia desconoce el grado de tortura al que pueden llegar los hombres violentos donde una posibilidad que contemplan es hacer sufrir a la mujer mediante el asesinato de algún ser querido, un femicidio vinculado. La justicia nuevamente revictimiza a una mujer pobre, torturada y a quien le arrebataron la vida de su hija.
Justicia para Belén! La ecuación patriarcal donde mujer es igual a madre ya retumba en todas las cabezas de la justicia que reproduce las condiciones de opresión. Así una mujer pobre, que va a un hospital público por dolencias abdominales, puede quedar presa como consecuencia de un aborto espontáneo. Así sucedió con Belén que fue condena a 8 años de prisión, sin pruebas y con muchas irregularidades en la causa. Recientemente, gracias a las movilizaciones populares Belén fue liberada pero se encuentra a la espera de que la Corte Suprema de Tucumán dicte sentencia definitiva. Estuvo 2 años, 4 meses y 23 días presa, su condena por la interrupción de un embarazo del que no tenía conocimiento fue una condena moral que la responsabilizaba por no cumplir con un mandato social. Este mandato social sobre la maternidad de las mujeres fue, en el caso de Belén, reproducido por la institución médica, la policial y, por supuesto, la judicial. Este mandato junto con la criminalización del aborto hace que haya tantas mujeres presas injustamente. No olvidemos que son las mujeres pobres las que concurren a lugares públicos para atenderse por dolencias post aborto como consecuencia de intervenciones clandestinas que, inclusive, las pueden llevar a la muerte.
La violencia institucional es la revictimización de las mujeres que sufren marginaciones, maltratos, violaciones, denigraciones, colocándolas nuevamente en un lugar de no derecho y opresión. La cultura patriarcal hace de las mujeres la propiedad privada de los hombres, su objeto de placer y/o de violencia. Las instituciones reproducen esta cultura y le suman las opresiones producto de su pertenencia de clase. Las mujeres pobres son sistemáticamente revictimizadas por una sociedad que gira alrededor del poder del hombre blanco. Es por eso que todos estos procesos de lucha llevan una gran importancia en el movimiento de mujeres que lucha contra estas instituciones que reproducen la explotación y opresión del sistema capitalista y patriarcal.
Acompañamos a estas mujeres y a todas las que sufren la violencia institucional con el grito de justicia y convocando a la movilización popular, luchamos por una sociedad sin explotadxs ni oprimidxs. El Ni Una Menos es un proceso que nos sigue atravesando y cada caso que se conoce es una mujer más que siente que no está sola.